Alguna de las leyendas más conocidas

La Guerra de Troya

Una de las más famosas guerras de la Antigüedad es, seguramente, la que sucedió en esta ciudad de la actual Turquía.

Convertida en un hecho legendario, la lucha de los griegos unidos en una alianza contra los troyanos se transformó en el recuerdo de un suceso legendario y que se convertiría en el tema principal de la Ilíada.

El trasfondo histórico de esa narración es la destrucción de la ciudad de Troya con motivo de una guerra entre los micénicos y los troyanos por el control de las muy rentables rutas comerciales hacia el Mar Negro a través del Helesponto, actualmente denominado estrecho de los Dardanelos.

La arqueología ha demostrado la realidad de esta destrucción violenta en el estrato o nivel VIIa, de los nueve que acumuló la ciudad, formando una gran colina artificial: la catástrofe ocurrió hacia el año 1200 antes de nuestra era, poco antes del final de la Edad del Bronce.

Pero una guerra anónima por el dominio de una vía estratégica resulta un hecho muy poco poético, así que los antiguos griegos se inventaron una historia de amor a partir del rapto consentido de la bella Helena, esposa de Menelao por Paris.

Como venganza, los reyes de Grecia organizaron una nutrida expedición de barcos y tropas para recuperar a Helena y castigar la afrenta.

La guerra duró diez años y estuvo llena de todo tipo de anécdotas y sucesos, de combates singulares protagonizados por los héroes más sobresalientes de entonces.

Tan sólo la astucia de Ulises hizo que los griegos pudieran tomar la ciudad por sorpresa, al ocultarse un grupo de guerreros en un caballo de madera que abandonaron para que los troyanos lo introdujeran en el interior de la misma; tras abrir las puertas de las murallas, los sitiadores pudieron conquistar Troya y arrasarla. En esta historia los dioses y los hombres se mezclaron para acabar con una de las ciudades más poderosas del mundo de la época.

La conquista de Troya y el accidentado regreso de Ulises a su tierra perduraron a través de los milenios como una de las grandes aventuras de la humanidad, relatada en la Ilíada y la Odisea, los primeros poemas épicos de la cultura europea.

Rómulo y Remo

En sus inicios, Roma eran tan sólo una aldea de pastores situada en lo alto del Palatino. Algunos restos de cabañas de troncos, barro y ramaje, además de alguna tumba han permitido situar su origen en el siglo VIII a.C.

Sin embargo, tan pobres comienzos no se correspondían con el poder y ambición que la ciudad tenía unos siglos después; por ello, ya en el siglo IV a.C., los propios romanos tejieron una historia mítica para sus comienzos, remontándola nada menos que a los tiempos de la guerra de Troya.

Poco antes de caer la ciudad, de allí huiría Eneas y su familia llevándose la estatua de culto de Atenea; tras una larga aventura junto a algunos compañeros, acabarían instalados en las Colinas Albanas, en el Lacio.

Unos descendientes suyos, Rómulo y Remo, serían los responsables de la fundación de la ciudad un 23 de abril del año 753 a.C., fecha que desde entonces los romanos ¡Vaya con las leyendas!tomaron como el año uno, el ab Urbe condita de Virgilio.

La leyenda comienza con dos hermanos, Númitor y Amulio. Para evitar problemas Amulio mandó matar a los herederos varones de Númitor y nombró vestal a su sobrina, Rea Silvia, con el fin de evitar que tuviera descendencia.

Sin embargo, la vestal fue violada y concibió dos gemelos, hecho que se atribuyó a la intervención divina de Marte. Los niños fueron dejados en una cesta en el Tíber, recogidos por una loba y criados por un pastor.

Una vez adultos, Rómulo y Remo castigaron a Amulio y repusieron a su abuelo en el trono, consiguiendo de él los terrenos donde nacieron y se criaron; habían decidido fundar allí una ciudad.

El Santo Grial

Según una tradición, el Santo Grial era una de las más preciadas reliquias del mundo cristiano: se trataba de la copa que empleó Jesucristo para la consagración del vino en la cena del Jueves Santo y cuya existencia es, para los creyentes cristianos, indudable; tras los hechos de la Pasión, se perdió el rastro de su existencia.

Según la tradición medieval, el caso sirvió también para que José de Arimatea recogiese la sangre de Jesús en el calvario y su custodia estaba en manos de una recóndita congregación de monjes.

Pero para otros, se trataba tan sólo de un objeto místico o también una piedra vigilada por un grupo de monjes-soldado, los caballeros del Santo Grial relacionado con la mitología céltica y que se entroncó con el cristianismo.

A partir de ahí, su búsqueda se convirtió en uno de los grandes temas de la épica medieval, relacionada con la pureza y la perfección moral, pues tan sólo los limpios de corazón podrían hallar la reliquia allá donde estuviese escondida, cualidad que se atribuía al caballero Galaad, el hijo de Lanzarote del Lago.

La piedra filosofal

El objetivo de los alquimistas, el fin último de sus diversos métodos de trabajo en los laboratorios con productos químicos y procesos metalúrgicos era conseguir la piedra filosofal, capaz de transmutar con un simple contacto cualquier objeto en oro.

Pero esta cualidad buscada en semejante amuleto no era tan sólo de tipo material como si de un nuevo rey Midas se tratara, sino más bien de tipo intelectual, alcanzar el mysterium magnum a través de la manipulación material de las sustancias minerales.

Además de las influencias chinas e indias en la formación de la alquimia medieval, ésta arrancaba directamente de la labor de los sabios de Alejandría, quienes, en época helenística pretendían encontrar las características de la iniciación en los misterios religiosos a través del estudio de las propiedades de animales, plantas y de minerales.

Ya en la Antigüedad se buscaba alcanzar la eterna juventud con el consumo de determinadas plantas o con la ingestión de un elixir; con la llegada de los árabes, la alquimia sustituó estos materiales por minerales.

La obtención de la piedra suponía la muerte de una materia prima o su regreso a la Naturaleza y su resurrección en forma de nueva materia, el lapis philosophorum, al cual se le atribuían virtudes terapéuticas o incluso mágicas.

QUETZALCÓATL

Con este nombre se conocía en toda América Central anterior a la llegada de Colón a una divinidad cuyo origen estaba en la cultura de los toltecas; entre ellos, un legendario señor encabezó una expedición que acabaría por fundar la conocida ciudad de Chichén Itzá, en la península del Yucatán.

Representado en multitud de ocasiones como una gran serpiente cubierta de plumas, Quetzalcóatl se convirtió en un dios benefactor de la humanidad; a él se le atribuía la adquisición por ésta del maíz y de las técnicas artísticas y era el protagonista de diversas historias en las que moría y resucitaba, dando la vida a la gente con su sangre.

Como divinidad de la sabiduría, su culto estaba muy extendido entre los pueblos precolombinos de casi toda Mesoamérica. Finalmente, desapareció volando, no sin antes prometer a los hombres que alguna vez volvería, y que lo haría siguiendo la ruta de Oriente.

A la llegada de Hernán Cortés a las costas de México en 1519, el éxito inicial del pequeño grupo de españoles frente a los ejércitos de miles de indígenas se debió a que el conquistador extremeño fue tomado como la reencarnación del dios.

A la eficacia de las desconocidas armas de fuego, el miedo que inspiraban los caballos y las distintas técnicas de guerra se sumó la creencia en que su llegada era el esperado regreso de Quetzalcóatl.

El peso de la leyenda fue tal que el emperador Moctezuma quedó prácticamente paralizado ante el avance conquistador de los españoles y reaccionó tardíamente contra un enemigo que ya se había hecho con poderosos aliados entre los indígenas enemigos de los aztecas.

Drácula

Cuando en 1897 el escritor de origen irlandés Bram Stoker publicó su novela Drácula, que conoció un éxito imparable que ha llegado a nuestros días, con su obra no hizo otra cosa que dar una vuelta más de tuerca al viejo tema de los vampiros y a las aún más viejas creencias en la adquisición de vigor a través de las prácticas del canibalismo.

Las abundantes versiones cinematográficas se han encargado de mantener vivo el mito, adornándolo con nuevos y truulentos detalles.

Para realizar la semblanza del protagonista, Stoker se inspiró en la biografía de un personaje histórico que vivió en la Europa oriental del siglo XV.

En Transilvania, una montañosa región de la actual Rumanía, vivió y guerreó el conde Vlad Dracul, un típico terrateniente agrícola que procuraba mantenerse independiente de los poderes de la época, la monarquía y la Iglesia, sosteniendo además constantes guerras fronterizas con los turcos.

Llamado el Empalador, pues empleaba con bastante frecuencia este sistema de tortura y ajusticiamiento, consistente en hacer atravesar a un hombre con un palo afilado procurando no herirlo de muerte y alargar su agonía, lo que podía durar hasta tres días, murió en el año 1476 odiado y con fama de sanguinario, pero muy lejos de la de bebedor de sangre humana que le atribuye su leyenda literaria.

Fausto vende su alma al diablo

También es antigua la idea del hombre o la mujer que, con tal de librarse de un trabajo penoso y repetitivo en el que gasta su juventud, es capaz de ofrecer su alma al Diablo a cambio de que éste sea quien cumpla con dicha tarea o a cambio de algún bien inalcanzable tanto de carácter espirtual como material.

De todas estas posibilidades, la versión literaria más conocida y de mayor perfección es la que compuso J.W. Goethe en el siglo XVIII, el Fausto, quien se vende al demonio a cambio del conocimiento y del amor de una mujer.

En este caso, el trasfondo histórico de la leyenda la constituye la biografía de un hombre de existencia real, aunque bastante enigmático en muchos detalles.

Se trata del doctor Johannes Faust, un personaje nacido en Suabia y que se doctoró en Medicina en la universidad alemana de Heidelberg.

Su inmensa sed de conocimiento y su labor no sólo como médico sino también como alquimista le sitúan a medio camino entre el mundo de las creencias y de la ciencia del primer Renacimiento, con una gran fama de sabio a pesarde no haber dejado nada escrito.

En su tiempo se creía que su fuerza física y su saber los habría conseguido tras un trato con el Diablo y que éste se presentó a cobrar lo pactado en la noche de su misteriosa muerte, en la que se oyeron grandes gritos y ruidos de lucha en una habitación completamente cerrada desde dentro.

 

¡Vaya con las leyendas! Alguna de las leyendas más conocidas
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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