Hace un tiempo conocí a Ezequiel Teodoro, un hombre con las ideas bien claras y con un objetivo claro, finalizar y hacer llegar al público lo que para él es un sueño convertido en realidad. Hoy Ezequiel nos concede esta entrevista para Alquibla.

Quizá las editoriales y los autores deberíamos reflexionar para encontrar el camino a seguir.

¿Desde qué momento supo que se iba a dedicar a la escritura? Es algo que no te planteas conscientemente. No es como que te levantas un día y dices: voy a ser escritor. Comienzas a leer de niño y un día te das cuenta de que tienes historias que te apetece contar. Así empecé yo. Realmente tardé muchos años en decidir que esto que sentía podía llegar a convertirse en mi profesión. Y, tengo que decirlo, fue gracias a otro escritor. Germán Ubillos, un autor con más de veinte novelas a su espalda y nada menos que un Premio Nacional de Teatro. Leyó un relato que yo había escrito y me dijo que en mi interior escondía un autor. Fue el empuje que necesitaba.

Con su primera novela, su Opera Prima El manuscrito de Avicena ha obtenido grandes éxitos… Sí, no me puedo quejar. En dos años he conseguido más de 10.000 lectores. Para mí es un sueño que no me planteé cuando empecé a escribir la novela. De hecho, si me lo hubiese planteado, me habría dado pánico. Estoy muy satisfecho, sobre todo porque encuentro mucho cariño en los lectores. Eso es lo más importante.

¿Cuándo empezó a escribir se encontró con problemas a la hora de buscar una editorial que publicara sus libros? Sí. Me ocurrió la vieja historia. Chico escribe, busca editorial, le rechazan varias veces, y finalmente encuentra una interesada en su trabajo. Después, no resultan mal las ventas. En realidad, es un mundo difícil el de la edición. Yo entiendo que las editoriales rechacen y rechacen. Es complicado sobrevivir vendiendo libros, y aún menos ganar dinero.

¿Por qué los lectores deben escoger su novela y no otra? Nunca me atrevería a pedir eso. Afortunadamente, los lectores pueden leer no una, sino miles de novelas. ¿Por qué entre esas debería estar la mía? Porque yo me divertí muchísimo creándola. Y, siempre lo digo, cuando uno crea con pasión, cuando uno hace cualquier cosa con pasión, estoy seguro de que lo transmite. El manuscrito de Avicena puede estar mejor o peor escrita, pero desde luego, rebosa energía, aventura, pasión, vida.

¿Cuál es su método para escribir? Depende. Con El manuscrito de Avicena, al ser mi primera novela, comencé a escribir sin conocer hacia dónde me dirigía. Una página detrás de la otra. Y eso me suponía ir y volver sobre el libro en multitud de ocasiones. Se hacía difícil y lento. Con mi segundo libro ha sido distinto. El cuaderno negro, que así se va a llamar, está escrito desde la planificación y estructuración previa de toda la obra. No puse una sola frase hasta que no supe lo que iba a ocurrir desde principio a fin. Y eso me relajó muchísimo. Lo aconsejo siempre. Una buena escaleta te ahorra multitud de problemas.

¿Tiene previsto seguir escribiendo? Y tanto que sí. El cuaderno negro será publicada en 2014. Aún no tengo la fecha concreta, pero mi nuevo editor, Gonzalo Sichar, de la editorial Sepha, confía en la novela y tiene muchas ganas de trabajar conmigo. Y yo, por qué no decirlo, estoy entusiasmado también. Por otro lado, ahora estoy trabajando en una nueva obra, El violín del Liceo, que tendrá mucho que ver con la música. Será mi primera novela negra.

¿Hay que perseguir los sueños aunque en ocasiones los veamos difíciles de conseguir? Indudablemente. Desde muy pequeñito, he tenido siempre dificultades de hacerme comprender. Mis padres ya me decían entonces que tenía muchos pajaritos. Pero es que yo siempre estaba pensando en historias, en novelas que había leído, en películas. Todo menos pisar el suelo. Creo que si tienes un sueño, sea cual sea, no debes dejar que nadie te robe la ilusión. Los consejos, si no te los ofrecen desde una perspectiva positiva, no sirven. Hay que apartarlos. 

¿Qué consejo le daría a un escritor novel que empieza ahora su andadura en el mundo de la escritura? Que persevere. Llevo oyendo hace un par de años que es un mal momento para la industria del libro. Que nos hemos instalado en una crisis endémica. Dicen que quizá el año próximo mejore la situación. Yo creo que no es una crisis, sino un cambio de modelo. Quizá las editoriales y los autores deberíamos reflexionar para encontrar el camino a seguir. No sé qué ocurrirá en el futuro próximo, pero tengo claro que todo será diferente. Ni las ventas ni los procesos serán iguales. Por eso, un joven que empieza, que no está contaminado por las formas y usos anteriores, quizá tenga todas las oportunidades del mundo. El mundo no es más que un lienzo en blanco para cada uno. Debemos llevar siempre dispuestos el pincel y nuestras pinturas.

¿Tiene algo de autobiográfico su novela? Supongo que sí. Quiero decir que siempre hay algo de ti en uno o más personajes. No lo puedes evitar. Al fin y al cabo es tu creación. En líneas generales, El manuscrito de Avicena no tiene nada que ver con mi vida, ni ninguno de los personajes. Pero quizá existan rasgos, situaciones concretas o momentos de mi vida que formen parte de algunas de sus páginas. Y, la verdad, prefiero no analizarlo demasiado. Quizá podría sentir vergüenza.

10.- ¿Se siente influenciado por algún escritor o ha tenido algún maestro? ¿Maestros? Cada autor que ha pasado por mi vida. Desde Michel Ende a Robert Luis Stevenson, en mi infancia, a García Márquez o Pérez Reverte, cuando mayor. No soy un lector encasillado en un género concreto. Existen los lectores de novela negra, los de fantasía, los de espías o aquellos que buscan la metaliteratura. Y muchos más, claro. Leo a Juan Tallón, un autor gallego con una profundidad tremenda en su obra, pero también a Asimov en su saga de las Fundaciones, a Vargas Llosa, Kent Follet, Julia Navarro, Khaled Hosseini. Hay tantos buenos escritores. Hace dos años empecé a leer los episodios nacionales, de Galdós. Me quedé en el séptimo.

¿El lector se hace o nace? Para ser escritor has de leer mucho y escribir mucho. Esas son las únicas premisas. Aunque, si te formas en una buena escuela o en un taller literario, no viene mal. Yo estudié en la Escola de Escriptura del Ateneu de Barcelona, la segunda escuela del mundo, tras la Escuela de Nueva York. Y me vino muy bien.

Ahora bien, además de todo eso, debes tener algo dentro. No sé cómo llamarlo. Hay miles de escritores. Ahora, con Amazon, es muy fácil publicar. Pero no basta con contar una historia, no basta con escribir correctamente. Para llegar al lector, hace falta algo más. No sólo se trata de técnica.

¿Qué piensa de los libros en formato electrónico? ¿Cree que en un futuro se perderá el papel? ¿Y la difusión de la cultura por las redes sociales? Acabamos de hablar de Amazon. Creo que el cambio del continente no supone la pérdida del contenido. Hace mil años, los libros debían ser copiados a mano, la mayoría por monjes preparados a tal efecto. La imprenta de Gutemberg revolucionó el mundo. Ahora se da un nuevo cambio. A eso me refería cuando hablaba de que no existe una crisis, sino un proceso de cambio. Cambio por la entrada del libro electrónico, pero cambio también porque los lectores ya no leen de la misma manera, y porque existen una gran variedad de ocio que sustituye o complementa a la lectura. Pero si usted me pregunta si el ebook acabará con el papel. Yo tengo que decirle que no. Y aunque sí fuese, no acabará con las historias, que en definitiva es lo importante

¿Qué libro está leyendo actualmente? Estoy con varios a la vez. Me gusta alternar. El símbolo perdido, de Dan Brown; una novela negra, La interpretación del asesinato, de Jed Rubenfeld; y Vidas privadas, de Segarra.

¿Qué pretende transmitir con El manuscrito de Avicena? Nada. Absolutamente nada. Para mí fue una diversión y lo único que quiero es que el lector se divierta. Ahora bien, la novela también cuenta con una pequeña moraleja. Admiro profundamente a Avicena. El médico persa, tan importante en la sociedad moderna, aunque ya nos vayamos olvidando, era un erudito. Se pasó la vida estudiando y huyendo de los emires y príncipes que querían esclavizar su ciencia. Quizá nos hacen falta más sabios y menos políticos.

Un sueño, un deseo… Seguir creando historias. Hay semanas que, por una u otra cuestión, no he podido sentarme a escribir. Y en esos momentos siento como si mi cabeza fuese una olla exprés sin salida para el vapor. Yo necesito contar historias, necesito escribir. Espero que la vida me lo siga permitiendo.

¿Qué piensa de Alquibla, https://www.alquiblaweb.com, como página de difusión de la cultura? Lo primero que he de decir es que me encanta la foto de portada. Me encantaría vivir en esa biblioteca. Ciertamente nos hacen falta más páginas como esa, donde los autores podamos contar nuestras cosas y se hable de lo importante, de los libros.

 

Entrevista a Ezequiel Teodoro, escritor
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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