Madera de héroe de Miguel Delibes publicada en 1987 con el título Madera de héroe en el que se habla sobre las causas profundas y olvidadas de la guerra civil.

Examen de algunos momentos de los dieciocho años de vida de un joven que se cuestiona la legitimidad de las ideas por las que luchó. Pretende el autor poner luz moral a la contienda y penetrar en el miedo que se vivió en ella.

Ya el libro I da cuenta de la infancia de Gervasio, de sus diez primeros años. Un día oye una música militar que marca su futuro y otro día recibe las ropas de su tío Felipe.

Desde su primera comunión ya percibió el enfrentamiento entre su padre, Telmo García, un liberal, y la familia de su madre, los Lastra, imbuidos en las ideas religiosas y políticas conservadoras.

Se gesta aquí y más adelante la <<madera de héroe>> que sugiere el título, aunque el final del apartado coincide con el desvanecimiento del niño Gervasio ante los cristos ensangrentados que expresan su dolor en las procesiones de Semana Santa.

El libro II se ambienta en la primavera de 1931. Gervasio va al colegio para estudiar bachillerato y conocemos su vida de los diez a los diecisiete años, a la vez que los cambios políticos que dan paso a la República y a las elecciones previas a la guerra civil que pierde la derecha.

Aparece después el asesinato de Calvo Sotelo y el puntual del 18 de julio y sus movimientos de tropas desde Canarias y el norte de África hacia la Península.

Los conflictos sociales y políticos siguen la historia familiar y son también modificaciones en la casa de los Lastra: la señora Zoe es trasladada al asilo y la Amalia es despedida. Crucita se había casado  en 1934 y separado después cuando descubre que su marido es homosexual.

Al principio de la guerra el padre es detenido, y asesinados sus hermanos Adrián y Norberto. Gervasio decide enrolarse en la armada como voluntario.

El diario del tío Felipe Neri, diseminado entre comillas en esa parte y la anterior, es un canto a los valores castrenses y religiosos, así como los himnos militares. En el libro III, Gervasio es conducido hasta el buque escuela El Ferrol. Apenas tiene dieciocho años.

No le agrada la vida castrense, hacinada y hostil, propensa a la humillación y vejaciones, y su desilusión aumenta cuando llega al crucero Juan de Austria y conoce al cabo Pita, que le hará comprender el error de sus valores.

377 A es el número que se le asigna a Gervasio García Lastra como soldado. Surgen las dudas sobre esa seguridad en la exaltación ideológica patriótica.

Acabará reconciliado con papá Telmo, convencido de que su vocación militar ha sido una farsa fomentada por su familia materna. Este tercer apartado está jalonado de cartas que recibe e informan de la vida en la retaguardia y otras que escribe y que reflejan sus cambios de personalidad.

Delibes arranca secretos íntimos a sus personajes, que desde su vida privada exportan a la vida nacional sus enfrentamientos en busca del conflicto nacional, y pone de manifiesto las grandes dosis que aquél tuvo de fanatismo e intolerancia, del odio que ya había nacido entre las propias familias y que luego sale a la calle, y a las ciudades y a la nación donde se extiende toda esa oleada destructiva.

Ahí está la experiencia juvenil del escritor, que hizo la guerra en el bando nacionalista porque así le habían inculcado las ideas desde su nacimiento.

Para los Lastra se trata de una guerra santa, de una Cruzada. Por eso su participación es un acto heroico y un excelente paso para recabar la admiración de los demás, y amparado en esas ideas sueña con convertirse en un héroe.

Los personajes encarnan los símbolos y tendencias: el viejo carlismo lo expresa papá León; la mujer tradicional española vive representada en mamá Zita, y el hombre liberal y republicano es papá Telmo. Los cambios en la manera de pensar están en estas páginas, y también las semanas santas vallisoletanas y las tendencias falangistas de la ciudad.

La crítica ha elogiado la fidelidad de sus exposiciones y la correspondencia entre la historia familiar y la nacional, y en la tercera parte, la capacidad del autor para crear ese cuadro del protagonista y sus amigos a bordo de un barco donde proliferan los términos náuticos.

Acerca de tal dominio del lenguaje del mar ha señalado Alvar que, gracias a esa habilidad, Delibes <<es dueño de una multitud de registros que hacen ser a sus criaturas seres vivos e identificados con la realidad en que habitan>>.

Ha sondeado el autor multitud de ambientes y épocas en su extensa producción novelística, pero había dejado un gran vacío en la década de los treinta que corresponde a su juventud.

Su silencio era sin duda debido a que durante mucho tiempo no pudieron abrirse abiertamente aquellos asuntos.

Madera de héroe de Miguel Delibes
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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