La biblioteca es un espacio idóneo para proponer actividades que fomenten la colaboración de ambos sectores implicados en el proceso para la creación de un hábito lector, que es el fin último que se persigue.

Dinamización de la biblioteca

La transformación de la biblioteca escolar en un centro de recursos que apoye el aprendizaje activo de todas las áreas y niveles implica, no sólo cambios organizativos, sino también metodológicos.

Al ser la biblioteca escolar una actividad transversal, es importante que la responsabilidad de su funcionamiento no recaiga exclusivamente en una persona, sino en un equipo interdisciplinar que elabore con criterios pedagógicos las actividades de animación a la lectura y dinamización de los recursos.

Los objetivos de la reforma educativa, incluida la atención a la diversidad, no pueden cumplirse con el único libro de texto, ni con las “lecciones magistrales” del profesor, sino con la utilización de una metodología activa que implique el manejo de diversas fuentes que deberán estar a disposición de la comunidad educativa y centralizarse en la biblioteca escolar.

Para la correcta utilización de los materiales de la biblioteca se deberá elaborar un calendario de uso, teniendo en cuenta las programaciones de cada nivel o departamento que constan en el Proyecto Curricular de Centro.

En la Programación General Anual se incluirá el plan de trabajo del equipo bibliotecario: boletines, semanas del libro, concursos literarios, visitas de autor, formación de usuarios, etc.

Dicho equipo deberá estudiar el Proyecto Educativo y el Curricular del Centro y pensar en la manera de introducir modificaciones que reflejen la importancia de la formación lectora del alumnado en todo tipo de soportes y desde todas las áreas, pues la lectura no es sólo literaria y afecta a todo el currículum.

Es necesario que el proyecto de biblioteca sea aprobado por el claustro y asumido por el profesorado, puesto que su utilización lleva consigo cambios pedagógicos importantes. Además, es conveniente presentarlo y defenderlo en el Consejo Escolar, con el fin de implicar a toda la comunidad educativa y lograr que se apruebe un presupuesto anual para uso exclusivo de la biblioteca.

Uno de los problemas que más preocupan a las autoridades educativas es la deficiencia de la comprensión lectora de los estudiantes y hoy, más que nunca, se hace necesario formar lectores críticos, capaces de discriminar y seleccionar la información. Así pues, la labor de la biblioteca escolar es romper con las actitudes negativas que el alumnado tiene respecto a la lectura, partiendo de que ésta es una opción personal que implica una libertad de elección, no sólo en el tema, sino también en el soporte de la información.

Por último, las actividades de animación a la lectura no deben presentarse de una forma aislada en el currículum, sino integradas en un proyecto lector de centro, consensuado y planificado por el profesorado. Una vez que se haya pensado en la necesidad de realizar determinadas actividades, relacionadas con las líneas pedagógicas del centro, se deberá acudir a las personas o empresas que puedan organizarlas y no al revés. Estas actuaciones aisladas, tales como encuentros con autores, mesas redondas, charlas, etc., no deben tener un sentido pedagógico, sino que han de responder a una política lectora continuista y a un plan lector de centro.

Actividades que favorecen el compromiso individual del lector con la biblioteca

Como actividades básicas para un uso dinámico de la biblioteca, es muy importante el desarrollo de actividades individuales que despierten en los niños y niñas un interés por la lectura desde su práctica en la biblioteca. Las actividades que a continuación se exponen pueden ayudar a tal fin, aunque tienen un carácter meramente orientativo:

Carné lector. Se trata de un sencillo documento personalizado en el que se registran los datos personales del lector y de las obras (título, autor, fecha) que va leyendo. A continuación se propone un posible modelo de carné bibliotecario.

Elaboración de materiales de recuerdo. Periódicamente pueden crearse (incluso implicando a los propios alumnos/as en su decoración) algunos recuerdos, que signifiquen actividades señaladas: marcalibros, puntos de lectura, pegatinas, pósteres, diplomas, fichas lectoras, etc., pues estimulan el desarrollo del propio lector.

Boletín informativo para padres. La información siempre es buena. Además de que la familia tome conciencia de la actividad lectora desarrollada en el aula, puede aprovecharse con un sentido formativo, aportando sugerencias de lectura, novedades editoriales, actividades para la familia, etc.

Retrato lector. Se trata de un documento de recuerdo donde se plasma la fotografía del alumno/a y se decora convenientemente, incluso acompañada de alguna frase significativa que simboliza la importancia de la lectura.

Diario de lecturas. El alumno/a puede generarlo de un modo personal. Se trata de registrar en un libro sus lecturas (datos de la obra) y acompañar algunas impresiones personales. Elaborar un libro en un curso, bien motivado, puede estimular a los niños de esta etapa.

Formación de usuarios. Como usuario, al alumnado hay que formarlo. Por ello pueden programarse sesiones en las que se les indique el modo de acceder a la obra en la biblioteca, qué se puede mirar y buscar en función de unos intereses personales u otros, cómo cuidarlo, las formas de leer (posturas, luz, ambiente, etc.), y su registro y devolución. Estas sesiones pueden concluir con la constitución del “Club de amigos del libro”, con su diploma oportuno, bajo el compromiso formal de mantener con esmero y cuidado los libros.

 

La biblioteca: un espacio de encuentro
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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