No sé por dónde empezar a escribir lo que ha significado este libro para mí y las emociones y sentimientos que han florecido en mí. Solo puedo deciros que Mariela Miño Orellana ha escrito con el corazón esta novela y lo ha dado todo. Ha volcado todo el cariño que podía dar en esta obra tratada con el esmero cuidado y especial detalle. No sé si a los que lo habéis leído os ha ocurrido igual, pero a mí me ha dado la sensación de que ha podido ser una historia real y que como tal podría llevarse a la gran pantalla, por la cantidad de detalles y trama tan bien organizada.

No solo nos podemos encontrar una obra tierna sino que es una novela en la que todos sin excepción nos podemos sentir alguna vez identificados por el trasfondo que por lo menos a mi me ha dejado y os relato a continuación. El hombre que podía curar se estructura en un prólogo y seis capítulos para terminar con un epílogo fulminante. Tendrás la sensación de saber lo que va a ir ocurriendo conforme vayas avanzando en la lectura pero nunca querrás que llegue a su fin, porque os aseguro que en ocasiones sentiréis mucha emoción y querer empujar a su protagonista Gabriel a poder tomar decisiones por él, pero solo él debe saber hacia dónde seguir su camino.

Gabriel Saldana se nos presenta en el prólogo como una persona que puede curar con las manos. Este don aparece en su vida a los pocos años de edad. A través de Gabriel vamos a descubrir lo que significan y lo que aportan las emociones a nuestra vida. Gabriel representa la dualidad entre el bien y el mal que contrasta a menudo con su don “impuesto” y con lo que siente mientras él lo utiliza a favor de los demás. Con todo eso ya nos podemos hacer una idea de cómo va a encauzarse la novela y de los valores que envuelven a nuestro personaje principal. Gabriel es curandero y por encima de todo quiere ayudar a los demás por su capacidad altruista y por esa faceta que no todo el mundo puede presumir de ella, de la empatía. Gabriel va a sentir rabia y tristeza a lo largo de toda la novela por las injusticias y también va a ser muy feliz.

Cada capítulo está ambientado en un lugar que se especifica al principio de cada uno de ellos. Empezamos en el año 1942 en EE.UU en el Estado de Montana, pasando por Colombia en el año 1975, pasando por México y acabando en Sudáfrica en el año 1991.

Desde el primer capítulo podremos observar a un Gabriel sensible, familiar y que tiene unos valores muy definidos por su familia tan humilde. La vida le va a empezar a dar golpes desde bien pequeño sin él poder hacer nada para evitarlo. Lo que hará que Gabriel tenga que aprender a ser fuerte desde el minuto 1 pero claro siempre desde la visión de su forma de ser…

Conforme vayamos avanzando la lectura nos daremos cuenta de que a Gabriel se le van poniendo situaciones que no puede controlar y que además de ello tendrá que sentir las injusticias de primera mano, pero sin embargo siempre habrá alguien a su lado para ayudarlo. También llega el amor de la mano de Constanza y la ayuda incondicional de la ayuda de Don Justo.  Así como la predisposición de la doctora Rossi y los tropiezos con el General Franco.

No os puedo adelantar mucho más porque llegamos a un capítulo que será el decisivo para que la novela de un vuelco. Al tomar mis anotaciones no pude evitar pensar que en el cuarto capítulo tendría que detenerme un poco más, pero evitando realizar spoiler porque quiero que sean ustedes quienes disfruten de esta magnífica novela. En este capítulo nos encontramos en la ciudad de Tamaulipas en México. Abril 1980. Aparece un personaje muy entrañable, llamado cariñosamente por la escritora como Calabacín, aunque su verdadero nombre es Benjamín que también tendrá mucho que enseñar a nuestro personaje principal. Sabemos que a nuestro personaje le gusta leer, porque se hace referencia a la obra El Retrato de Dorian Grey y a una novela de Julio Verne entre otras. Es el momento en que Constanza que actúa como el Pepito Grillo de Gabriel empiece a plantearle preguntas sobre el significado de su vida y sobre lo que desea realizar con su vida. Las respuestas las dejo para vosotros…

Solo puedo decir que a partir del quinto capítulo la vida de Gabriel va a empezar a ser otra en el momento en que conoce a Aba y entonces él percibe que las cosas sí pueden cambiar y sí puede mirar por él, gracias a las enseñanzas y a los consejos de Aba, Gabriel recibirá el empujón que le hacía falta en esos momentos.

Me quedo sorprendida al leer que El hombre que podía curar es la primera novela que presenta esta escritora chilena nacida en el mes nueve del año 1976. Es su primera novela, pero no es la primera vez que ha escrito ya que desde pequeña sintió verdadera pasión por la literatura escribiendo numerosos cuentos y poemas. Su trabajo de matrona, sin embargo, no le impide dejar por escrito estas palabras tan bellas y que siente en su propia piel para transmitirlo en letras en boca de sus personajes.

Si queréis dejaros sorprender, no dejéis de adquirir El hombre que podía curar. Sin lugar a duda os aseguro que os dejará muy sabor de boca y que saldréis. De mí y al leer esta reseña os podréis hacer una idea de lo que ha significado para mí.

Muchas veces nos dejamos guiar por el ego, pero no miramos más allá de nuestras emociones y de nuestro corazón que es el que verdaderamente tiene la razón absoluto. Solo os planteo una pregunta para acabar con mi reseña, ¿Qué habrías hecho en tu vida si….? Cada uno que acabe la frase como quiera. Es vuestra elección.

Editorial: Bebookness

Idioma: Español

528 páginas

ISBN 9788416640898

El hombre que podía curar de Mariela Miño Orellana
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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