Los orígenes de la fábula deben buscarse en las literaturas más antiguas. El Calila y Dimna recopila apólogos de origen hindú. Una redacción sánscrita posterior es el Panchatantra. En Grecia, ya escribieron fábulas Hesíodo y Estesícoro. Pero fue el legendario Esopo quien uniría su nombre a la más afortunada colección de fábulas que ha tenido la literatura occidental. Entre los latinos, la fábula no apareció como género literario hasta el siglo I. Horario la introdujo ocasionalmente en alguna de sus obras – Sátiras y Epístolas -. Asimismo hicieron Cicerón y Apuleyo. Fedro, un oriundo de Macedonia, escribió vigorosas fábulas sobre la sociedad romana.

Sin embargo, la fábula nunca fue tan popular como en la edad media, en que tanto los moralistas y los predicadores como los escritores satíricos se sirvieron de ella. Durante los siglos XII y XIII, España fue receptora y transmisora de fabularios occidentales. Ramón Llull aprovechó la versión castellana del Calila y Dimna en su Libro de los animales.

En los siglos XIV y XV destacan las fábulas del Arcipreste de Hita, de Juan Manuel, de Clemente Sánchez de Vercial o las del Libro de los gatos. Durante el siglo XVII, Sebastián Mey elaboró un notable Fabulario (1613). En la siguiente centuria Félix María Samaniego recogió parte de la lección de La Fontaine en sus fábulas morales (1781), mientras que su coetáneo Tomás de Iriarte vertía en Fábulas literarias (1782) sus principios estéticos y su afán polémico. El siglo XIX fue particularmente prolífico en fabulistas.  Cabe citar a Antonio de Trueba, a Juan Eugenio de Hartzenbusch y a Ramón de Campoamor (Fábulas, 1842). En lengua catalana escribieron fábulas Apel.les Mestres y Jaume Collell, entre otros.

Dentro de la literatura francesa fue María de Francia la más ilustre heredera de la tradición esópica. En el siglo XVI, Rabelais, Maroty y Régnier intercalaron en sus obras algunas fábulas que las tres colecciones de Fábulas de La Fontaine habrían de poner en olvido, Fénelon (1701) acentuó el sentido didáctico de la fábula mientras que Florian (1791) cuidó de conferirle amenidad. En Inglaterra fueron notables fabulistas Gay, Johnson y Moore; en Alemania, Lessing, Gellert y Hagerdon; en Italia sobresale Pignotti; en Rusia, I.F. Bogdanovich y especialmente Krilov. Posteriormente, Kipling compuso apólogos y Orwell la sátira política Rebelión en la granja (1945).

Los orígenes de la fábula
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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