Luis Vélez de Guevara (Écija, Cádiz 1579-1644) fue un brillante escritor del Barroco español. Cultivó la poesía, el teatro y la novela. Al teatro dedicó lo más importante de su producción literaria. Como dramaturgo, figura entre los discípulos de Lope de Vega. Escribió entremeses, autos sacramentales y comedias, entre las cuales destacan La serrana de la Vera, El diablo está en Cantillana y los dramas históricos Más pesa el rey que la sangre y Reinar después de morir. Y es autor de la novela El diablo Cojuelo (1641) en la que aunando folclore y tradición literaria, ofrece una chispeante visión carnavalesca de la sociedad española de la época.

El diablo Cojuelo consta de diez capítulos que el autor llama trancos o saltos. Comienza con la llegada del estudiante don Cleofás Leandro Pérez Zambullo – perseguido por la justicia – al desván de un astrólogo donde se encuentra encerrado en una redoma el <<diablo Cojuelo>>. Cleofás le libera y en recompensa Cojuelo le muestra la vida oculta de los madrileños sorprendidos en su intimidad por haberse levantado los techos de sus casas. Después del descubrimiento de tan curiosas realidades ocultas detrás de muy distintas apariencias, Cojuelo y Cleofás vuelan hacia Toledo, Córdoba, Écija y Sevilla, desde donde el estudiante puede ver a las gentes de la Corte de su habitual discurrir por las madrileñas Puerta del Sol y calle Mayor. Ambos personajes entran en una academia literaria y tras librarse de la justicia que los había detenido, Cojuelo, perseguido por otro diablo, se refugia en el cuerpo de un escribano. Este arma tal enredo en el infierno que, después de vomitar a Cojuelo, los diablos lo devuelven a su escritorio.

Esta obra ha sido relacionada con la novela picaresca, subgénero narrativo con el que coincide solo en algunos temas y del cual se aparta en aspectos fundamentales. No hay aquí narración autobiográfica, pues está contada en tercera persona; tampoco se desarrolla el relato de una vida desde una situación final deshonrada, sino que cuanto se dice de Cleofás corresponde a su época adulta, y al final, éste vuelve a Alcalá a terminar sus estudios; no se emplea el sistema de servicio a varios amos y se introducen múltiples elementos fantásticos propiciados por la actuación del diablo: techos levantados, viajes aéreos, espejo mágico y otros miradores privilegiados.

El diablo Cojuelo se sitúa en la tradición de la literatura satírica que se extiende desde los relatos del griego Luciano de Samosata y llega hasta el Coloquio de los perros, de Cervantes, Los antojos de mejor vista, de Rodrigo Fernández de Ribera y Los Sueños de Quevedo. De éste, Vélez de Guevara aprendió la deformación caricaturesca y los alardes de ingenio en el estilo, pero se aparta de él en que no adopta una actitud malhumorada ni pretende moralizar: con El Diablo Conjuelo quiere ofrecer un espectáculo divertido, regocijado e ingenioso. Esta novela fue adaptada por el francés Lesage en Le diable Boiteux (1707). Su influencia se percibe en Torres Villarroel y llega hasta el comienzo de La Regenta, de Clarín con la vista de Vetusta desde las torres de la catedral y también a los espejos deformantes de los esperpentos de Valle-Inclán

Luis Vélez de Guevara y el Diablo Cojuelo
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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