Hoy entrevisto en Alquibla a Luna Pérez Gastón una escritora a la que le es imposible renunciar a la poesía. Hoy nos habla de su novela El paraguas de Entropía. ¿Quién es Luna Pérez Gastón y cuáles son sus sueños? Una persona, ni más ni menos. Un conjunto desordenado de células que tratan de armonizar entre ellas y relacionarse con otros conjuntos de células, ajenos y externos. Puro jazz, improviso y soy. En cuanto a los sueños, me gusta pensar en ellos como  metas volantes, retos que me  motiven y me hagan sentir que todo es posible.

¿Desde qué momento supo que se quería dedicar a la escritura? ¿Y a la poesía? Esta pregunta es más fácil de responder, supe que quería dedicarme a la escritura a los nueve años cuando gané un concurso literario en el cole y, tanto mi familia como mis profesores y compañeros, me hicieron creer que aquello, escribir, era lo mío. El premio fue un lote de libros que ordené cuidadosamente sobre mi pupitre y fui leyendo uno a uno desde la primera hasta la última página. Quizás sea un tópico pero, aquel olor a libro nuevo…me atrapó para siempre.

En cuanto a la poesía, a veces trato de mirar hacia otro lado pero me resulta imposible renunciar a ella. Me gusta el arte en general, jugar con texturas y colores, experimentar con diferentes materiales y expresarme en libertad, quizás desde la ingenuidad y el desconocimiento de las técnicas apropiadas. Esto es así en todo lo que hago e incluye, por supuesto la narrativa y la poesía. Me gusta definir el  mundo con las manos y mirar la realidad a través de un filtro depurado y cambiante. Es por esto que mis poemas y mis relatos solo son el resultado de la experimentación lúdica.

¿Qué nos puede contar de su recién publicada novela El paraguas de Entropía? ¿Podría compartir un fragmento con los lectores de Alquibla? ¿Qué nos puede contar de sus personajes? “El paraguas de Entropía” tiene un argumento sencillo: Una chica busca entre sus desconocidos amigos de Facebook a un voluntario que quiera leer el borrador de su primera novela “Álamun”. Un aburrido profesor de instituto accede a su propuesta y descubre que el borrador es una novela extraña, escrita desde la convicción y la entrega a una pulsión creativa difícil de frenar. Es un juego literario en el que el lector es el principal protagonista. Una novela coral en la que, en primera persona, el narrador presenta a diferentes personajes que tienen un nexo común: La Parada.

La Parada es un centro de transeúntes, ubicado en Nueva York, donde uno de los protagonistas cumple condena por actos vandálicos. Su delito: escribir versos en las paredes del metro.

Me pides que comparta con los lectores de Alquiblaweb un fragmento de la novela y estoy encantada de hacerlo. He pensado mostraros las primeras páginas de “Álamun”, para que podáis averiguar cómo se sintió Santiago al abrir el manuscrito de aquella chica que se hacía llamar Entropía.

“Cualquier diferencia con la realidad, es una mentira».

Reconocí al instante la cita de la primera página. Era suya. Recuerdo haberla visto, incluso comentado –creo–, en su muro de Facebook.

En aquel momento me pareció buena idea dirigirme al parque y sentarme un rato a leer. Ya que iba a hacerlo, al menos que fuera en un lugar público. Comencé la lectura, como un niño cansado de su tarde de fútbol, inglés y piano se enfrenta al resto de sus deberes.

El reloj falso que acaban de regalarme marca las once en punto. A primera vista, parecía que se trataba de un genuino Hublot Geneve Big Band con todos los requisitos de autenticidad que, obviamente, precisan las buenas copias. Lo tiene todo, incluso el aroma a vainilla que identifica la correa de caucho de los originales. Los números de serie, el minutero de bronce, todo parece real salvo un pequeño detalle. En el auténtico Hublot de dieciocho mil dólares, los dígitos de la fecha aparecen en una pantalla negra con la grafía de los números en blanco. En mi copia, prácticamente perfecta, es al contrario. Una falsificación sutil, hermosa, casi poética me atrevería a decir. No hay ciego más ciego que quien se conforma con lo que su vista le dice.

A esta hora comienzo. Estoy de espaldas a la luz y tengo frente a mí el azul de la pantalla del ordenador como único cielo. La circonita de mi reloj nuevo también es azul de mentira. Octubre. Puedo crear, creo.

Decir de mí mismo que soy escritor sería tan falso como intentar venderte un Hublot de mercadillo. Sin embargo, puedo afirmar sin engañar a nadie que improviso comienzos. Tengo una libreta de apuntes donde guardo el principio de diez novelas que probablemente nunca escribiré. Todas tienen título y el título de todas es el mismo: Álamun.

Primero quise escribir sobre jazz. No fui capaz. Pasado el impulso de las primeras páginas, perdí el ritmo. Tuve que reconvertir la historia en un relato corto que trataba sobre un viejo saxofonista de éxito. Un indigente que tocaba solo para los paseantes del parque y que acabó convertido en una sombra anónima que mendigaba público y monedas.

«No pudimos grabar, pero ¡qué bien lo pasamos! Después de que Chicago limpiara los restos de coca de su negra nariz, todo empezó a fluir como un río de lava. Rojo, ardiente, sincopado, intenso, profundo como el abismo del escote de Small Mary. El único frío del local yacía en el fondo de nuestras copas, pero también nos lo bebimos y se hizo fuego en las gargantas».

Luego lo intenté con una novela negra, llena de tópicos: violencia, crimen, labios rojos para ellas y gabardinas grises para ellos. Humo, oscuridad y corrupción. Un tal Jimmy Gun de almidonado tupé, marcaba la baraja y se escupía en la mano, mezclando su saliva con la sangre de sus víctimas con el único propósito de abrillantarse las botas. Un tipo de esos que llevan encima todo lo que poseen, por si acaso.

«Aquella habría sido una gran noche si no hubiera amanecido».

También pretendí –cómo no– escribir una gran novela de amor. Con su él y con su ella, con todo el veneno de las medias de seda y los recursos estilísticos que los romances precisan. No pude pasar del primer beso sin que sonara a tragedia.

«Si vuelve a enseñarme las manos y no me toca, voy a comerle la boca o a tragarme las ganas haciendo ranas de piedras en el río».

Como me estaba quedando sin ideas, pensé que lo más honesto sería hacer un retrato de lo cotidiano. Una novela de argumento sencillo que relatara la rutina de cualquier tipo sin nada interesante que contar. Por ejemplo, yo. Tuve que rendirme, las cosas cambiaron tanto y tan rápido, que cada día era una aventura diferente.

«El sonido más desagradable que existe, aparte del tictac de un reloj de mesita de noche, es el quejido de un cúter que recorta letras en una plancha de poliuretano».

Después aposté por la fantasía. Había en mi nuevo proyecto escaleras, peces, sueños y círculos concéntricos. Decididamente, el mundo necesita ser imaginado de nuevo. Tuve miedo. Desconocía cómo escapar de los colores y los seres inventados que nadie se creería. Amar la literatura no significa que puedas alimentarte de ella. Además, en aquel tiempo bebía demasiado.

«¿Sospecharán los peces de la existencia de otros mundos? ¿Avistarán los animales marinos las panzas de nuestros barcos y les llamarán Objetos Flotantes No Identificados? ¿Seremos para ellos los “extra acuáticos”?»

Traté, en vano, de escribir un libro de esos que llaman de autoayuda, pero, aparte de autodestruirme un poco más, apenas me sirvió para convencer a algunos yuppies que antes fueron hippies, de que el secreto del éxito reside en fingir que eres otra persona y al llegar a casa, reinventarte a ti mismo fingiendo que ignoras que tu único público potencial eres tú.

«Si puedes apagar el despertador y has sobrevivido, ten la decencia de vivir, al menos hasta que anochezca».

Quise –también– hacer un ensayo sobre arte contemporáneo, pero resultó que todo lo que tenía que decir se resumía en unas pocas páginas. ¡Qué pena me da el arte! Resulta que es lo único que no es tangible a no ser que alguien lo vea y, sobre todo, lo nombre, lo señale, lo cosifique y lo cuantifique.

«Arte es jugar a inventar realidades que van más allá de lo posible».

Hubo un tiempo en el que me sentí capaz, incluso, de escribir ciencia ficción. Se me ocurrió el relato de un viaje a un tiempo-lugar futuro, de mundos estancos, donde todavía había esperanza. Enseguida me quedé sin argumentos.

«El botón del hiperespacio está roto, por más que lo pulso, no veo más allá de mis narices».

He callado algunas cosas por respeto, por miedo y por vergüenza. Usando la literatura como escudo traté –egoístamente– de posicionarme, manifestarme y decir lo que pensaba. Escribí en una libreta lo que debí haber publicado en mi muro, o mejor, lo que tuve que haber dicho a la cara, si cara tuvieran «mis amigos» de Facebook, si los conociera. No encontré cómo y pido disculpas por ello a quien corresponda.

«Y todavía es martes. Aunque sean las dos de la madrugada y el día para los demás no comience hasta que amanezca, yo sé que hoy empieza ahora para mí».

Por supuesto, tampoco me pude resistir a intentar escribir un relato erótico. Explícito pero elegante, sugerente, sencillo, posible y cercano para cualquiera. Sin posturas teatrales ni gimnásticas y sin jadeos innecesarios. No pude. Sin pretenderlo, acababa revelando desde la primera página confidencias que debían quedar por siempre en la intimidad de mi alcoba, como lecturas en voz baja.

«Si tiene uno que ahogarse, que sea entre unas piernas que se abren como una “M” al borde de una cama demasiado alta, heredada».

Diez intentos de ser escritor sin conseguirlo.

Cuando digo ser escritor, me refiero a hacer de la literatura un modo digno de vivir.

Mi sueño, supongo que el de muchos otros ingenuos, siempre ha sido poder subsistir dedicando mi tiempo a hacer lo que más me gusta: transformar en historias mi miedo a las palabras, mi terror a la vida real, mi pánico a los otros, para conseguir, de este modo, reconciliarme con la fantasía y empezar a ser yo.

Estoy en condiciones de afirmar y admitir que me he rendido. No soy escritor. Una vez asumida y aceptada esta circunstancia, ahora que lo reconozco, al fin llega la historia. Tengo algo que contar y solo puedo hacerlo por escrito, como debe hacerlo quien se sabe carente de amistades, confidentes o psicólogos que se presten a escuchar y acompañar previo pago.

En resumidas cuentas, me siento hoy ante el teclado de mi portátil, decidido nuevamente, a afrontar con ilusión el reto de escribir. Feliz y equivocado, como tantas otras veces. Sin embargo, en esta ocasión no lo haré como escritor, sino como víctima, protagonista, hacedor y partícipe de este relato sin argumento, ni nudo, ni desenlace, sin comienzo siquiera porque en la página cinco no puede empezar ninguna historia que tenga sentido.

Renuncio a trascender, a ser leído incluso, pero debo –necesito– escribir. Tengo que hacerlo.

No será un relato de amor, ni una novela negra, ni un libro de autoayuda, ni por supuesto de ciencia ficción. No será una historia de jazz, ni tratará de lo cotidiano ni de lo fantástico. No será un relato futurista, ni hablará, por supuesto, del pasado. El tiempo no existe, tampoco en la literatura. Es una falacia tratar de circunscribir un relato en un momento cualquiera. Si te parece bien, el presente será tu hoy de ahora mismo.

Tendrá todos los ingredientes de todas las novelas que nunca escribiré. Será todas las historias, pero sobre todas ellas, será la nuestra.

Cuando digo «la nuestra», me refiero a la tuya y la mía. La mía, porque he vivido en primera persona cada una de las líneas que trataré de relatar, hasta donde mi memoria me permita, con honestidad y respeto. Y la tuya, porque si sigues adelante, si continúas leyendo, estarás implicado hasta donde y hasta cuando quieras. Formarás parte de esto y tu vida –tenlo por seguro– habrá cambiado de algún modo.

Este es el momento de mirar hacia otro lado, no te compliques. Créeme cuando te digo que, seas quien seas ahora, al llegar a la última página serás alguien diferente.

¿Qué actividades realizan en el Colectivo de artistas Equipo Lalufa_3 en cuanto a la difusión cultural se refiere? Equipo Lalufa-3 es un colectivo de artistas formado por mi compañero Rafael Becerra y yo. Desde 2002 investigamos sobre el hecho artístico y el objeto poético. Utilizamos todos los recursos materiales que nos salgan al paso e improvisamos haciendo gala de una “desvergüenza creativa” que se rige por un solo precepto: “Deja que fluya”. En consonancia con las propiedades exfoliantes y depurativas que se atribuyen al fruto de las plantas de lufa, proponemos desvestir de “pieles muertas” el concepto de ARTE y tratamos de deconstruir  las teorías sobre el éxito artístico, poético y literario.

Os dejo el cartel con la información de nuestra próxima exposición cuya inauguración tendrá lugar el próximo día 20 de febrero en la sala de exposiciones de la Casa de la Cultura de Fuengirola (Málaga) y que permanecerá abierta hasta el día 29 de Marzo.

                       Entrevista a Luna Pérez Gastón escritora y poeta

¿Si tuviera que definir la poesía en pocas palabras como lo haría? Poesía es mirar con ojos nuevos lo que nos rodea, incluso aquello que no existe. Crear, utilizar las palabras precisas para conseguir que todo parezca diferente y entregarse a la necesidad de inventar realidades. El poeta vasco, Gabriel Celaya, supo expresarlo mejor que nadie: “La poesía es un arma cargada de futuro”. Esto es cierto pero, me temo, que la poesía es un arma cargada de futuro incierto.

¿Tiene algún método para ponerse a escribir? ¿Y un lugar? ¿Ha tenido algún maestro? ¿Qué novela está leyendo actualmente? Como mi vida es un circo de tres pistas, tengo que aprovechar el tiempo y las ganas cuando me asaltan. A veces escribo en una cafetería que frecuento en la que, por las mañanas, solo hay un par de extranjeros despistados que buscan sol y calma. Ponen buena música y buen café, además hay una fuente a la que vienen los gorriones a beber y a comerse las miguitas de pan que van cayendo de las mesas. Es un buen sitio para escribir pero sobretodo escribo en casa, por la noche, cuando los niños duermen y yo puedo disfrazarme de escritora. ¿Maestros? Mis maestros son los libros y la curiosidad. Ahora estoy leyendo una novela de Teresa Martinic “Mi locura o la demencia de los otros”. Ed. Maluma 2019, Madrid.

¿Tiene presentaciones literarias previstas para la presentación de la novela? ¿Tiene presencia en redes sociales? ¿Cree que ayudan o perjudican a la difusión de un autor? He terminado la primera ronda de presentaciones de “El paraguas de Entropía” y ahora estoy inmersa en la presentación de mi nuevo poemario “La poesía ha muerto”.

En este libro reflexiono precisamente sobre lo que me preguntas de si las redes ayudan o perjudican a la difusión del autor. Pienso que las redes benefician y perjudican al mismo tiempo tanto a la poesía, como a la narrativa, a la música y al arte en general. Depende del caso y de muchos factores, pero, observo con pena cómo editores o directivos de grandes casas discográficas valoran más al autor que a la obra. Si no tienes miles de seguidores no eres un buen negocio. De esta forma, se publican y encumbran obras “menores” y otras, quizás de igual o mayor valía, no llegan nunca a ver la luz ni entrar en los circuitos comerciales.

Por otro lado, todos las usamos y tratamos de darnos a conocer a través de ellas, son una herramienta multiusos que hay que saber utilizar. Yo no sé. Solo tengo Facebook y un canal de YouTube en el que cuelgo videos “caseros” en los que recito mis poemas.

¿Qué dificultades se encuentra un escritor a la hora de finalmente ver publicada su novela en papel? Dificultades, todas. Escribir un libro es más fácil que publicarlo y publicarlo no garantiza que vaya a ser leído más que por tus familiares y amigos. Encontrar un editor honesto, que confíe en tu propuesta y apueste por ella, es la primera de las dificultades. Yo, Tras cinco poemarios y una novela, puedo decir que he tenido mucha suerte pero también me han puesto  trampas y en alguna he caído. Si ya tienes un contrato firmado con una editorial y tu libro finalmente está en la calle, debes dedicar tiempo, esfuerzo y dinero a la promoción y difusión de tu obra, y costearte el traslado y la estancia a varias ciudades para las presentaciones y ferias del libro. Casi siempre un libro reporta al autor bastante más pérdidas que ganancias. Si resulta que tu libro es un éxito, editoriales, distribuidoras y libreros se reparten el pastel y la comisión de ventas para el autor casi siempre es mínima. Es difícil que un autor viva de escribir, a no ser que seas “alguien”.

¿Qué piensa del trato que se da a la cultura en España? ¿Y a las bibliotecas? Por fortuna, creo que la cultura se está abriendo paso. Desde las instituciones se están promoviendo iniciativas de apoyo a la cultura y, sobretodo en el caso de los más jóvenes, pienso que se está avanzando mucho y que cada vez tienen más y fácil el acceso a cines, teatros, conciertos, viajes y adquisición de libros. El problema es que las cosas no están bien en general y cuando alguien tiene que elegir entre comprar algo que necesite o algo que desee, casi siempre se opta por lo primero. La cultura solo está al alcance de quien tiene cubiertas el resto de sus necesidades.

En cuanto a las bibliotecas, son lugares mágicos en los que de forma gratuita puedes encontrar libros que tal vez de otra forma no podrías leer. Cumplen una función indispensable. Mis hijos tienen su carnet de biblioteca desde que cumplieron un año y lo usan todos los viernes para coger libros y películas. Además, en las bibliotecas ser hacen charlas, presentaciones, cuentacuentos y talleres muy interesantes.

¿Qué piensa de Alquibla www.alquiblaweb.com como página de difusión cultural? Me gusta mucho Alquiblaweb, sus contenidos son muy interesantes y su diseño de página es intuitivo y funcional. Estoy muy agradecida por que me hayáis ofrecido la oportunidad de formar parte de vuestra comunidad.

¿Algo que añadir? Pues sí, ya que me lo preguntas, además de invitaros a leer “El paraguas de Entropía” quisiera aprovechar para hacer referencia también los títulos de mis libros de poesía, todos ilustrados por Rafael Becerra.

“Poesía Jazz, las notas perdidas”, Ed Traspiés, Granada 2012

“Poesía Mecánica, palabras de tracción animal” Ed. Alvaeno, Fuengirola 2014

“Mundo cartón”, libro de artista, EL_3, Mijas 2014

“Making Of, poesía  y cine” Ed. Traspiés, Granada 2016

“La poesía ha muerto” Ed.ACCI. EnR, Madrid 2019

Entrevista a Luna Pérez Gastón escritora y poeta
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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