Hoy comparto con vosotros una entrevista que realicé a José María Merino, escritor y miembro de la Real Academia Española de la Lengua. Lo conocí en una charla que impartió en Casa Mediterráneo y quedé maravillada con su discurso. Espero que podáis disfrutar su entrevista igual que disfruté yo de sus palabras. ¿Quién es José María Merino y cuáles son sus sueños? Acabo de cumplir los 79 años… Hace algún tiempo que he empezado a saber un poco más quién soy, pero siempre he tenido la idea de que nunca acabamos de conocernos del todo…Las dudas que a veces nos surgen en determinados aspectos importantes lo demuestran. En mi caso, y en lo más externo, creo que soy un ser humano que ha intentado comprender lo más posible esto tan extraño que es la vida, por un lado, y que ha tenido mucha suerte en lo familiar y ha podido escribir todo lo que quiso, por otro… En cuanto a los sueños, los de ser escritor se cumplieron, pero también he esperado desde joven ver el logro de un mundo mejor en todos los sentidos y en todos los lugares, desde lo natural a lo social, y a estas alturas no se puede decir que esté satisfecho de lo conseguido…

¿Qué recuerdos guarda de su ciudad natal León? ¿con qué edad empezó a leer?¿cuál fue su primer libro?Yo no nací en León, sino en La Coruña –preciosa ciudad- porque la guerra civil obligó a mi padre escapar de León, y en la ciudad gallega, al parecer, tenía amigos de derechas que podían ayudarlo… Pero ya desde la primera infancia estuvo en León mi residencia habitual, y para mí es mi lugar más entrañable, al que vuelvo con cierta frecuencia. En mi casa familiar de entonces –como en la de ahora- se valoraban mucho los libros, y desde muy niño tuve la suerte de acceder a muchos y muy distintos, y además mi padre no me ponía restricciones para que leyese lo que me diese la gana. Me encantaban los diccionarios, las enciclopedias…Y la primera novela que leí fue Heidi, de Johanna Spyri. Conservo aquella edición, texto completo, de 1947, editorial Juventud, con inolvidables ilustraciones. Yo debía de tener siete u ocho años pero me fascinó, y con los años he comprendido que es una novela que trata del mito del paraíso perdido, para mí siempre muy atractivo… Creo que ese libro, y enseguida La isla del tesoro, de Stevenson –que transmite el mito del vellocino de oro -, me iniciaron en el gusto por la literatura.

¿Qué quiso transmitir a través de su discurso Ficción de verdad al ser nombrado miembro de la RAE? ¿qué supuso para usted entrar a formar parte de la Real Academia Española? Mucha gente piensa que la ficción es simplemente un entretenimiento, pero yo defiendo que es una reconstrucción o un intento de desciframiento de la realidad que está en lo profundo de lo que somos, que pertenece al “pensamiento simbólico” del homo sapiens, como la música, la pintura o la aritmética… Y la ficción literaria ha ido exponiendo la historia del corazón humano, de nuestros comportamientos, como dijo el enciclopedista Claude-Adrien Helvetius. No en vano Sigmund Freud monta sobre la literatura muchos elementos su teoría del psicoanálisis. En mi discurso quise transmitir algo de esa convicción… Y al entrar en la RAE –a lo que nunca había aspirado- tuve la suerte de acercarme aun más, o mejor de entrar de lleno, en ese mundo de las palabras que desde niño tanto me había atraído, porque la RAE es, sin duda, la “casa de las palabras”.

¿Con qué género literario se siente más a gusto escribiendo? ¿cuento o novela? Comencé escribiendo poesía, lo que me enseñó mucho sobre las diferencias entre las palabras, las innumerables posibilidades de su uso expresivo y los juegos léxicos, y como tenía una tendencia a contar cosas, incluso en mis poemas, pasé de modo natural a la narrativa y descubrí que es muy satisfactorio alternar novela y cuento; la novela supone una relación fija, a largo plazo, y el cuento es siempre una aventura breve, fugaz, mas en ambos géneros el modo de trabajar con la concisión, la complejidad o el tiempo son diferentes y satisfactorios. La verdad es que yo me siento muy a gusto practicando los dos. Como soy un poco obsesivo con lo que escribo, cuando acabo una novela busco salir de allí escribiendo cuentos, y viceversa…

¿Qué recuerdo guarda como Director del Centro de las Letras Españolas del Ministerio de Cultura y colaborador en proyectos educativos de la UNESCO para Hispanoamérica? además de los otros cargos que ha ocupado en diferentes instituciones culturales.

Algo que con los años  he tenido la suerte de seguir practicando. En el Centro de las Letras Españolas – estamos hablando de hace 40 años- colaboré con gente estupenda, y entre otras cosas montamos una exposición sobre libros españoles contemporáneos –literatura, pero también ensayo- que llevamos,  con éxito,  a varias capitales europeas, empezando por Paris –el Centro Pompidou-… Y cuando colaboré ya a título personal, con UNESCO,  en  Centroamérica y Panamá, descubrí algo inesperado: la diversidad y la riqueza –hasta en lo musical- de la lengua española. Y he tenido también la fortuna  de que lo que he hecho a partir de 1995 – cuando ya solamente me dediqué a escribir- ha tenido que ver, directamente,  con la lengua y la literatura… Escribiendo –y leyendo- o dando charlas sobre esos asuntos…

Y de los premios recibidos…¿cuál recibió con más ilusión? Me resultó muy estimulante el primero que gané, el Novelas y Cuentos, que me dieron en 1976 por mi primer libro de narrativa, Novela de Andrés Choz. Luego me presenté a algún otro que no gané y decidí no concurrir a ningún premio más, pero me dieron, sin esperarlo, el Premio de la Crítica en 1986 por La orilla oscura, lo que me encantó… Estoy muy orgulloso de haber ganado premios con nombres de escritores importantes a los que tampoco me presenté –el Miguel Delibes, el Ramón Gómez de la Serna… –y eso me animó a intentar ganar el Torrente Ballester, lo que también conseguí… El último premio que me han dado es el Nacional de Narrativa, por El río del Edén, en 2013. Yo creo que a quienes escribimos no hay premio, por modesto que sea, que no nos resulte alentador, porque este es un oficio inevitablemente solitario, que agradece los reconocimientos, sean o no buscados…

Ha colaborado en diferentes medios de difusión y su presencia ha sido requerida en diferentes medios de comunicación, cuéntenos un poquito la experiencia personal en ese sentido…¿cree que las redes sociales y las nuevas tecnologías han perjudicado a los jóvenes a la hora de sentir interés por la lectura? ¿cree que los adolescentes han perdido el hábito de la lectura?¿de qué manera se les podría incentivar a la hora de sentir pasión por la lectura? Cuando comencé a escribir tenía la convicción de que una cosa es inventar ficciones y otra teorizar sobre ellas, y que lo uno no tenía nada que ver con lo otro…Pero con los años, al colaborar con diversos medios escribiendo precisamente sobre literatura – la “Revista de libros”, la revista “Leer”…- he llegado a la certeza de que la larga experiencia en cualquier oficio, por modesto que sea, crea en quien lo practica una teoría sobre ello.

Y a estas alturas ya llevo tres libros –Ficción continua, Ficción perpetua y Fulgores de ficción– en los que he venido reuniendo mis ideas sobre el asunto… En cuanto a las redes sociales y las nuevas tecnologías, tan útiles para la rapidez comunicativa y la generalización del conocimiento, creo que su uso exclusivo ha sido dañino para la cultura profunda de la mayoría de los jóvenes y además, por un lado, ha reducido su patrimonio léxico y, por otro, los ha insuflado una pretenciosa autoestima expresiva.

Menos mal que, a través de tales redes, también podemos seguir manteniendo viva la presencia de lo literario, como es el caso de esta entrevista…Pero hay una responsabilidad pública notoria en no haber hecho convivir los libros con las llamadas nuevas tecnologías. Continuamente se pierde información por los cambios de “aplicaciones”, pero el Quijote se puede seguir leyendo en su primera edición, la aplicación no ha cambiado… Los libros son un depósito mucho más seguro de la cultura que las tabletas… Por otra parte, creo que hay una enorme responsabilidad en las familias, que suelen apoyar más el televisor que el libro, pero el problema recae, sobre todo, en el sistema educativo, que debería entrar a fondo urgentemente en la cuestión.

Para mí, el uso de los móviles por los niños, por ejemplo, debería debatirse en el Congreso de los Diputados. Y que conste que, además de leer libros, yo escribo en ordenador y utilizo mucho Google para consultar…

¿Qué consejo le daría a una persona que va a iniciarse en el mundo de la escritura?¿cree que existen muchos problemas o trabas para ver publicada una novela en el mercado? Sinceramente, creo que no se puede escribir nada estimable sin haber leído mucho… Y ahora hay quien se pone a escribir sin haber leído casi nada. En cuanto a los problemas para publicar, siempre los ha habido, desde que yo intentaba ser escritor, pero en estos tiempos hay un predominio del llamado “best-seller de consumo”, diría, que puede hacer más difíciles las oportunidades para publicar de quienes quieran practicar una literatura que quiera ir un poco más allá del mero pasar el rato…

¿En qué consisten las reuniones realizadas en la RAE? ¿podría contarnos alguna anécdota? ¿qué palabras «nuevas» tienen sobre la mesa para incorporarlas al diccionario de la RAE? Las reuniones se dividen principalmente en dos: las de las comisiones, en las que los miembros de la RAE nos repartimos para estudiar las palabras, tanto las nuevas como las tradicionales, y las de los plenos, en las que tratamos toda clase de temas académicos: desde los lexicográficos y económicos, a la relación con las 22 academias que, además de la nuestra, conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), tema al que nos dedicamos con especial interés, como es lógico… Y en las reuniones de las comisiones podemos advertir no solo la llegada e implantación progresiva de nuevos vocablos, sino cómo muchas palabras habituales están en permanente ebullición, por el uso general que se hace de ellas, en trance de matizar o modificar su sentido… Lo que es preciso para apoyarlas es que se usen mucho y den cierto matiz nuevo a lo que nombran. Hace poco entraron zasca, casoplón, arboricidio, aintitaurino…y lamento no citar ninguna nueva, hasta no estar seguro de que esté aprobada por todos los miembros de ASALE… En cuanto al anecdotario, se puede imaginar que el debate sobre las palabras y todo lo que se relaciona con ellas y su más ajustado sentido, es muy propicio a momentos interesantes…

En febrero de 2016 publicó una nueva edición de Calila y Dimna, ¿qué importancia tiene esta obra maestra? En un libro de la editorial Aguilar que había en la casa familiar, titulado Cuentos viejos de la vieja España –del siglo XIII al siglo XVIII – de Federico Carlos Sáinz de Robles, pude leer, en los primeros años adolescentes, varios cuentos del Calila y Dimna que me gustaron mucho. Con el tiempo, no encontré ninguna edición completa del libro que no estuviese en el castellano del siglo XIII, que resulta muy difícilmente comprensible para un lector actual. Como creo que en Calila y Dimna -que pasó del sánscrito al persa pahlavi, de este al árabe y del árabe al castellano, gracias al rey Alfonso X el Sabio- está el origen de nuestra literatura, con los primeros pícaros y las primeras celestinas, y además fuimos el primer país europeo que lo conoció -en Inglaterra se tradujo en el siglo XVI, y en Francia en el XIX- hice una versión en el español actual, porque es un libro precioso, lleno de modernidad y de humor, y me parecía necesario, imprescindible, facilitar su lectura. Además, tuve la suerte de poder ilustrarlo con grabados en madera del siglo XVI… Estoy muy orgulloso de ese trabajo…

¿Cree que no se le ha dado la importancia merecida en España a la obra maestra Don Quijote de la Mancha? Me llamó mucho la atención y no conocía ese dato que todas las palabras que contiene el Quijote están incluidas en el Diccionario de Lengua Española. Creo, sinceramente, que si los ingleses no hubiesen descubierto y venerado el Quijote desde la traducción de Thomas Shelton, en el siglo XVII, las cosas no le hubieran ido igual al inmortal libro. A partir de entonces, el libro influyó mucho en la literatura inglesa y en la rusa…y en la mundial. Pero no hay más que ver cómo muchos españoles siguen menospreciando al también genial Benito Pérez Galdós, por ejemplo. Los españoles no somos demasiado capaces de valorar la importancia de lo que tenemos, tienen que venir de fuera para descubrírnoslo… En cuanto a las palabras quijotescas, todo el léxico fundamental sigue incluido voluntariamente en el diccionario académico, pero hay que decir además que, en la edición de la RAE del Quijote del Cuarto Centenario, que dirigió don Francisco Rico, además de las innumerables notas a pie de página sobre las palabras desusadas, hay un glosario verdaderamente exhaustivo. El Quijote, del que la RAE publicó una edición inolvidable en 1780 –está reeditada en facsímil- es la obra cumbre de nuestra cultura literaria… No creo que haya ningún académico que no lo venere. Yo mismo he publicado hace poco una obra titulada A través del Quijote, en la que hago un recorrido capítulo a capítulo del libro, en un homenaje incrustado por ficciones mías…

¿Qué piensa del trato que se le da a la cultura en España?¿y a las bibliotecas? Que es muy mediocre. ¿Se imagina lo que supondría para el mundo que La Mancha fuese un territorio francés y Cervantes un escritor de aquella lengua? Serían una especie de Parnaso y de dios de las letras….En España, a la cultura se le da un trato inculto, si vale la paradoja. Sospechamos dónde está enterrado Cervantes, pero no sabemos en qué lugar yacen los restos de Lope de Vega o de Quevedo, por ejemplo. A la inmensa mayoría, la cultura no le importa ni un ardite –y lo digo con palabra arcaica, hoy debería decir ni un céntimo…- . En cuanto a las bibliotecas, que tienen estupendos profesionales a su servicio, hace no mucho, en una ciudad de cuyo nombre no quiero acordarme, la directora de la biblioteca provincial me contaba, desolada, que habían venido desde la junta autonómica a medir meticulosamente los espacios destinados a los libros y que, ante sus insistentes e inquietas preguntas, le habían dicho: “¡Como dentro de veinticinco años ya no habrá libros…!”. Por lo tanto, hay quien piensa, entre nuestros responsables culturales, que el libro es un objeto destinado a desaparecer o a ser arrumbado entre los trastos arcaicos e inútiles…

¿Qué opinión le merece Alquibla www.alquiblaweb.com como página de difusión cultural? Precisamente, creo que en ese azaroso mundo de las “nuevas tecnologías”, todo lo que suponga la inserción de lo que supone el amor por los libros y las bibliotecas tiene que ser defendido rigurosamente. Si yo he sido y soy tan lector del Quijote y tan defensor suyo, incluso materialmente, como he explicado antes, es porque creo en su profundo y verdadero mensaje: “Cree en tus sueños y lucha por ellos”. ¿Qué voy a opinar de Alquibla, que coincide, dentro de sus perspectivas electrónicas, con lo que yo defiendo en materia de literatura? ¡Ojalá proliferasen en el mundo digital las Alquiblas con la benéfica dirección que lleva! Les deseo mucho y muy buen futuro…

Entrevista a José María Merino, escritor y miembro de la RAE
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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