Entrevista a Abel Marín autor de Tragando sapos

En tiempos en los que la ficción a veces parece más sensata que la realidad, llega Tragando sapos, una novela que no pretende entretener, sino sacudir. En esta entrevista, su autor nos invita a mirar de frente una España que coquetea con el colapso, donde la corrupción, la resignación cotidiana y la fragilidad institucional se convierten en el caldo de cultivo de una trama tan incómoda como necesaria. A través de Sergio, un protagonista sin capa ni redención fácil, el lector se adentra en un mundo donde la supervivencia choca con la dignidad, y cada elección deja cicatriz.

Con una prosa afilada y una mirada profundamente crítica, el autor nos revela no solo el germen de la historia, sino también las heridas personales y sociales que le dieron forma. Tragando sapos no es una denuncia: es un espejo —sucio, honesto y perturbador— en el que todos, en algún momento, podemos vernos reflejados.

¿Qué historia cuenta Tragando sapos y cómo nació la idea principal de la novela? Debo decir que la novela la comencé en 2019 y ya entonces tragábamos lo nuestro. Tragando sapos es un espejo sucio donde se refleja una España al borde del colapso: inflación desbocada, corrupción institucionalizada y una sociedad anestesiada. Sergio, el protagonista, no es un héroe ni un mártir; es un tipo corriente que, empujado por la desesperación, se ve envuelto en una trama de canje de divisas, traiciones y decisiones morales límite. La idea nació de la necesidad de retratar esa sensación de asfixia colectiva, de mostrar cómo la realidad puede superar a la ficción cuando decidimos mirar hacia otro lado. Los personajes secundarios son tan potentes como el protagonista, y retratan con crudeza lo que somos.

¿Qué circunstancias personales o sociales te llevaron a escribir esta obra? Vivimos en una época donde tragar sapos se ha convertido en rutina: aceptamos lo inaceptable, justificamos lo injustificable y nos conformamos con migajas disfrazadas de derechos. Como abogado, he visto cómo el sistema devora a los más vulnerables mientras protege a los de siempre. Esta novela es mi forma de gritar que el emperador está desnudo. 

¿Hay algún hecho real que haya servido como detonante para la trama? Más que un hecho concreto, fue una acumulación de realidades: la precariedad laboral, la manipulación mediática, la judicialización de la vida privada… Todo eso se filtró en la historia, no como denuncia, sino como reflejo de un país que se descompone mientras sus ciudadanos aplaudimos desde los balcones nuestras condenas.

¿Cómo definirías el conflicto central que atraviesa la novela? La lucha entre la supervivencia y la dignidad. Sergio se enfrenta a un sistema que le obliga a elegir entre traicionar sus principios o ser devorado. Es el dilema de muchos: ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar para no hundirte?

¿Qué simboliza para ti el acto de “tragar sapos” dentro del contexto del libro? Es la metáfora de nuestra resignación cotidiana. Cada vez que aceptamos una injusticia sin rechistar, cada vez que callamos ante el abuso, estamos tragando un sapo. La novela pone ese acto bajo el microscopio, mostrando sus consecuencias. Pero el verdadero y potente motivo del título no lo puedo desvelar, porque es tan disruptivo y sería como contar el final.

¿Cómo construiste la psicología de los personajes? ¿Te inspiraste en personas reales? Los personajes son amalgamas de personas reales, noticias, conversaciones y silencios incómodos. No hay caricaturas, aunque sí arquetipos a retales; hay seres humanos con luces y sombras, como tú y como yo.

¿Qué temas quisiste abordar conscientemente al escribir esta obra? La violencia de genero desde un punto de vista muy real, muy íntimo. La corrupción sistémica, la pérdida de valores, la manipulación emocional, la fragilidad de las instituciones y la responsabilidad individual. No para aleccionar, sino para incomodar y provocar reflexión.

¿Qué papel juega el entorno o el contexto social en el desarrollo de la trama? Hay dos planos, uno totalmente intimo y personal del protagonista, pero muy constreñido por la realidad social y legal. Y tras el primer momento culmen de la historia, el entorno es donde germinan las decisiones de los personajes, como en un torbellino difícil de escapar. Una sociedad enferma genera individuos desesperados. El contexto no es un telón de fondo; es un personaje más, omnipresente y opresivo.

¿Qué tipo de emociones esperas provocar en el lector con esta historia? Incomodidad, rabia, empatía y, sobre todo, una necesidad urgente de cuestionarlo todo. Si el lector termina el libro y sigue viendo las noticias con la misma indiferencia, he fracasado. En definitiva: consciencia.

¿En qué momento supiste que esta historia necesitaba ser contada en forma de novela? Cuando me di cuenta de que los artículos y ensayos se quedaban cortos para expresar la complejidad emocional y moral de lo que quería contar. La ficción me permitió explorar esas zonas grises que la realidad a veces oculta.

¿Cómo fue el proceso emocional de escribir una obra con esta carga simbólica y personal? Catártico y agotador. Cada página era una confrontación conmigo mismo, con mis miedos, mis contradicciones y mis propias tragaderas. Pero también fue liberador.

¿Qué parte del libro te resultó más difícil escribir y por qué? Las escenas donde Sergio se enfrenta a sus propias miserias. Porque, en el fondo, todos tenemos un Sergio dentro, y mirarlo de frente duele. Es la sombra que describe Carl Jung, que todos debemos reconocer, aceptar para crecer.

¿Crees que Tragando sapos puede tener un efecto terapéutico para ciertos lectores? No lo sé. No escribí para sanar a nadie, sino para sacudir conciencias. Si alguien encuentra consuelo en la incomodidad, bienvenido sea.

¿Qué aprendizaje te llevas tú como autor después de haber escrito esta historia? Que la ficción nunca es más real que la realidad. Pero que desgraciadamente en una época de censura y cancelación social por opinar, la única forma de decir la verdad es inventándola.

¿Cuál ha sido la reacción más significativa que has recibido de algún lector hasta ahora? Un lector me dijo: “Después de leer tu libro, he dejado de justificar lo injustificable”. Eso vale más que mil reseñas. Y, bueno “¡qué huevos tienes!”.

Si tuvieras que resumir el mensaje principal de la novela en una sola frase, ¿cuál sería? “Tragar sapos te mantiene vivo, pero saca de tu infantilidad”.

¿Qué esperas que el lector comprenda o reflexione tras terminar Tragando sapos? Que cada pequeña concesión al sistema es un ladrillo más en la cárcel que construimos para nosotros mismos.

¿Qué lugar ocupa esta novela dentro de tu trayectoria como escritor? Es mi declaración de intenciones. No escribo para entretener; escribo para despertar.

¿Te gustaría que esta historia se adaptara a otro formato, como el cine o el teatro? Sí, siempre que se mantenga la esencia incómoda y provocadora. No quiero una versión edulcorada para consumo masivo.

¿Qué ha cambiado en ti tras haber escrito Tragando sapos? He perdido la paciencia con las excusas y he ganado una certeza: el cambio empieza por dejar de tragar sapos. Ser valiente

 

 

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