Descripción
El ordenador ha cambiado radicalmente nuestras costumbres comunicativas en el universo de lo gráfico.
Poco a poco ha ido desapareciendo la carta personal, manuscrita, íntima, y ha sido sustituida por el mensaje público, con letras de imprenta, despersonalizado, intercambiado con otros en un foro cualquiera de la Internet.
Todo ello tendría bien poca importancia si no fuera porque, por un lado, el lenguaje escrito nos sirve para la comunicación gráfica con nuestros semejantes y, por otro, en ese escenario no es fácil disimular nuestra ignorancia en relación con las reglas de escritura de nuestra lengua.
Ahí, en esa distancia corta es donde frecuentemente se ponen de manifiesto nuestros escasos conocimientos ortográficos, el dominio deficiente de las reglas y excepciones que conforman el código comunicativo escrito de la lengua española.
De alguna manera, ahí se expone también públicamente el estado de salud ortográfica de las sociedades del entorno hispano. En resumidas cuentas, la experiencia nos dice que los hispanohablantes escribimos con demasiadas faltas de ortografía, esquematizamos deficientemente nuestros mensajes y en consecuencia puntuamos mal. Ello redunda en una comunicación abstrusa, con frecuencia incomprensible.
La ortografía, pues, no contribuye como le corresponde al entendimiento entre los seres humanos que escriben en español.
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