Papel o conjunto de papeles manuscritos, impresos o mecanografiados que han de servir de modelo para su exacta reproducción. Manuscrito. Fotografía, estampa, dibujo o grabado que ha de reproducirse.

Actualmente, ya no se admite, salvo raras excepciones, el original manuscrito; lo corriente es el mecanografiado, si se trata de una obra original o traducción, o impreso, si se trata de nueva edición. El original manuscrito

Los originales mecanografiados lo serán a doble espacio, por una sola cara y en tamaño folio normal u holandesa, con amplios márgenes tanto laterales como de cabeza y pie, a fin de que el corrector de estilo y el revisor del original puedan hacer cómodamente sus correcciones o indicaciones.

El escritor o traductor debe señalar, sea a máquina o a mano, todos los signos que puedan indicar al linotipista cómo ha de componer las palabras.

A este respecto, toda palabra que no lleve señal alguna se entiende que ha de componerse de redondo; las subrayadas con trazo simple (———–), de cursiva; con trazo doble (========), de versalitas; con tres trazos, de versales, y con un trazo simple intermitente ( – – – – ), de negrillas. Todas estas señales pueden hacerse a máquina, pero si se desea pueden hacerse a mano, en cuyo caso el trazo para indicar las negrillas es ondulado.

El autor o traductor debe corregir de estilo su original imprescindiblemente, lo que no quiere decir que en la imprenta o en la editorial no haya de ser repasado.

En al original impreso, si bien en principio parece no necesitar corrección, es muy conveniente en todos los casos proceder a una lectura normal. Los libros, ya se sabe, salen con erratas, pocas o muchas, y por ello es conveniente revisarlos antes de darlos a la imprenta.

CORRECCIÓN DE ORIGINALES

Algunas editoriales (no todas, afortunadamente) prescinden de la corrección del original, creyendo erróneamente que tal menester resulta, si no inútil, al menos sí antieconómico. Ello no puede ser más erróneo, y causa de que muchas obras lleguen a manos del lector con bastantes incorrecciones e inexactitudes.

La experiencia demuestra que cuando una obra ha pasado directamente del autor o traductor al compositor, las galeradas salen sobrecargadas de erratas en la mayor parte de los casos. Todo ello se evita con la debida corrección del original por personas competentes.

Los originales de obras científicas y técnicas requieren dos tipos de correcciones: una, de concepto, realizada por un científico o técnico en la materia de que trate el libro, y la otra, la de estilo, común a todas las obras, realizada por persona capacitada para este menester.

REVISIÓN DEL ORIGINAL

La revisión del original es una operación que tiene por objeto señalar y unificar los tipos y cuerpos que han de ser empleados en los títulos de los capítulos, epígrafes, pies de grabados, cuadros, estados, etc.: comprobar la correlación de los capítulos y demás partes numeradas de la obra; señalar los cuerpos y tipos de ciertas partes de la obra, como notas, embuchados, etc.; indicar las medidas de las distintas partes, señalar lo que se ha de hacer de caja en un original destinado a la linotipia (o a cualquier otro procedimiento de composición no manual); marcar la cantidad de la sangría, etc.

Esta operación, que realiza el gerente, el jefe de la sección de cajas o el de linotipias, o un corrector tipográfico, no sería necesaria (o apenas lo sería) si el corrector de estilo tuviera conocimientos profundos de tipografía, puesto que suya es la misión de señalar las voces o frases que hayan de ir de cursiva, versalitas, etc., de componerse de cuerpo menor, etc.

Sin embargo, quienes se dedican a corregir originales (o simplemente a repasar, que es lo que algunos hacen) suelen en la mayor parte de los casos ignorar cómo operar en este sentido y se limitar a cambiar de cuando en cuando una palabra por otra (no siempre acertadamente) o a poner una coma (también a veces discutible).

Así las cosas, muchos originales llegan a los teclistas con letras de distintos colores correspondientes a otras tantas personas que han pasado los ojos por él, pero sin la necesaria e imprescindible unificación por lo que respecta a los pormenores más fundamentales de la obra.

En consecuencia, el corrector se ve obligador a <<ensuciar>> las galeradas para poner de acuerdo a unos y a otros, añadiendo, además, su particular criterio, lo que ciertamente puede agravar las cosas. Así, en muchas obras la mayor parte de las correcciones señaladas por el corrector responden solamente al deseo de unificación, no sólo con respecto a voces, sino también a blancos, tipos, cuerpos, clases de letra, etc.

De aquí, pues, la importancia no sólo de que una obra sea bien corregida, sino también revisada por un técnico tipográfico.

Por lo que respecta a trabajos de remendería, impuestos sueltos, etc., debe ser el regente o el jefe de la sección de cajas quienes lo revisen, puesto que sólo ellos conocen las posibilidades del taller y las disposiciones que al respecto rijan en él.

INTERPRETACIÓN DEL ORIGINAL

Antes de enviar un original a la imprenta es necesario interpretarlo en el sentido tipográfico. Esto significa que lo referente a tipos, cuerpos, medidas, blancos, márgenes, etc. habrá de ir ya indicando en el original, para lo cual se tendrá en cuenta la clase de obra, su contenido, el sector de público a que va destinada, etc.

Así, desde la cubierta a la última página, el libro ha de ser un reflejo de sí mismo; y lo que se dice del libro, léase de cualquier trabajo tipográfico, sea un tarjeta de visita o un cartel de toros. Sentido estético, visión de conjunto, particularidades de cada impreso, desempeñan un papel primordial en la interpretación de un original, y por ello deben ser tenidos en

(Fuente. Diccionario de tipografía y del libro. José Martínez de Sousa).

El original manuscrito: corrección y revisión
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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