También llamada mentira o mosca, es la equivocación que se desliza en lo impreso; cuando es de bulto, esto es, cuando se advierte a la primera mirada, se llama gazapo, y éste se produce con más frecuencia en los periódicos, sobre todo en los títulos.

Las erratas son heridas del texto. Desmerecen cualquier labor bien realizada, porque aunque a veces no sea cierto, indican descuido por parte del corrector.

Sin embargo, por mucho cuidado que pongan los correctores en la caza y captura de la errata, los libros las contienen, unos más y otros menos. Pocos son los libros que no tienen ninguna errata.

CLASES DE ERRATAS

Las erratas pueden dividirse en dos clases: tipográficas y gramaticales, atendiendo para ello al motivo o tipo de la equivocación.

Tipográfica. Es la que responde a una irregularidad o equivocación por lo que respecta a la aplicación de las normas tipográficas. Estas erratas tienen distintas gradaciones según cuáles sean las normas conculcadas y la importancia que a éstas se les quiera dar.

Gramatical. Es la que responde a las deficiencias en la aplicación de las reglas gramaticales.

ACTITUD ANTE LA ERRATA

No son pocos los correctores que se sienten acomplejados porque en la lectura de pruebas se les han <<escapado>> erratas. En algunos casos esto ha sido causa de que más de uno abandonase una profesión que en principio le gustaba, pero para la que creía no poseer cualidades.

Este proceder es el primer error que puede cometer el corrector novel. La errata es una constante en la vida del profesional de la corrección y, paradójicamente, la justificación de su profesión: si no existiese la errata no sería necesario el corrector.

Su misión es buscar la equivocación y corregirla allí donde se encuentre; pero no se puede pretender <<pescarlas>> todas de una vez; precisamente por ello, las pruebas necesitan dos y a veces más lecturas, e incluso por distintas personas, a fin de suprimir las más posible.

La corrección es una profesión demasiado compleja y no es fácil evitar todos los errores. Ningún editor o autor sensato apabullará a un corrector porque se le haya escapado una errata

LAPSUS CÁLAMI

Se da este nombre a la equivocación que se comete al escribir; se le suele achacar al autor pero en ocasiones lo que parece un lapsus no es sino un mochuelo, o sean una irregularidad no achacable al autor, sino al compositor y al corrector

NOTA HISTÓRICA

La primera errata hallada desde que se inventó la tipografía se encuentra en el Salterio de Maguncia, impreso en 1457; en vez de Psalmorum codex dice Spalmorum codex, fue corregida en la edición de 1459.

El impresor Robert Estienne empleaba en su imprenta diez correctores escrupulosísimos, quienes leían las pruebas con mucha paciencia. Una vez leídas se exponían en las ventanas de la imprenta y a quien señalase una errata le daban un premio. Las pruebas eran irreprochables. Sin embargo, cuando se realizaba la tirada las erratas saltaban a la vista.

Se cuenta que Sixto V ordenó imprimir una edición de la Vulgata en la imprenta apostólica vaticana; él mismo revisó las pruebas con suma minuciosidad.

Satisfecho de su obra, insertó al final una bula según la cual excomulgaba a quienquiera que hiciese la menor alteración en el texto. Sin embargo, el papa hubo de inutilizar la edición..porque había salido plagada de erratas.

Asimismo, la Biblia latina, impresa en Roma en 1561 por Pablo Manuzio y patrocinada por Pío IV, hubo de ser reimpresa antes de publicarse debido a las muchas erratas que contenía.

Finalmente, he aquí una anécdota, conocida por algunos profesionales, referente a aquel orgulloso editor que hizo imprimir en la primera página de un libro por él editado: <<Esta obra no contiene ninguna erata>>

FE DE ERRATAS

Lista de las erratas que se han advertido en una obra una vez impresa. También se llama tabla humillante o tabla de correcciones.

La fe de erratas es imprescindible en los libros de texto, sobre todo en los que tratan materias científicas, matemáticas, etc., en los que un error tiene más importancia que la simple errata de una obra literaria, que comúnmente salva el sentido común del propio lector. A este respecto, Ibarra, el famoso impresor español, dejó dicho: <<Una obra no es perfecta si le falta la fe de errata>>.

Composición y disposición de la fe de erratas. Se compone de tipo menor que el del texto y se suele disponer a cuatro columnas, aunque también puede ir a dos

Colocación de la fe de erratas. Debe colocarse al principio de la obra, aunque no falta quien la coloca al final. La fe de erratas debería de considerarse, más que un borrón, un apéndice necesario y útil, y como tal situarlo en lugar visible. Debe ir siempre en página aparte, pero no importa que sea par o impar.

Nota histórica. El primer libro que apareció con fe de erratas es un Juvenal, en folio, impreso en Venecia en 1478; la fe de erratas ocupa dos páginas. La Suma de santo Tomás que había hecho imprimir el padre García, dominico, en 1578, llevaba una fe de erratas de ciento once páginas en cuarto.

La errata en el texto y sus clases
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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