Laura Novelle (O Carballiño, Ourense, 1978) es una bibliotecaria y documentalista gallega a quien ya hemos entrevistado en Alquibla (https://www.alquiblaweb.com/2016/07/13/entrevista-a-laura-novelle-documentalista/). Es Licenciada en Historia y cuenta con  amplia experiencia como bloguera, primero en Biblogtecarios y luego a través de su web Docendo Discitur (https://docendodiscitur.blog/).

Laura Novelle tiene discapacidad física de nacimiento e importantes limitaciones de movilidad. Con todo, ha sido capaz de completar sus estudios y trabajar tanto en bibliotecas como en la docencia. En este libro cuenta sus experiencias, adentrándose por primera vez en el terreno de la escritura narrativa. He hablado con ella para que comparta con los lectores de Alquibla los pormenores de esta nueva aventura.

¿Cómo nace este libro? Es un proyecto muy personal. Son mis experiencias, contada desde un prisma positivo y realista. Tardé mucho tiempo en darle forma, porque no creía que mi caso fuera especial. Siempre he sido una persona con las ideas claras, perseverante. Las barreras arquitectónicas son mi lucha desde que tengo uso de razón. Desde hace años mucha gente de mi entorno y compañeros de trabajo me insistían en que debía sacar a la luz mi historia para tal vez ayudar a otras personas. Así empezó todo. El hecho de que alguien se pueda ver reflejado en lo que cuento o que mi libro haga reflexionar me animó a dar el paso. No ha sido fácil pero estoy muy feliz.

39 escalones con vistas al mar remite inevitablemente a la película de Hitchcock. ¿Por qué este título?  Sí, yo también pensé lo mismo al elegirlo, pero realmente poco tiene que ver con el cine. 39 escalones son los que hay en el piso de mis padres si quería salir a la calle, ya que no teníamos ascensor. Te adaptas, claro, pero siempre estaban ahí, es decir, mis barreras comenzaban ya al  intentar salir de casa. El mar es ahora mi horizonte, ya que desde hace poco vivo en la costa de Galicia, en mi apartamento adaptado. El título es una fusión de ambas realidades. Refleja mi propio viaje, que empieza en un lugar (Ourense) y acaba en otro (A Coruña). El mar es también una metáfora de la libertad. Algo a lo que yo siempre he aspirado.

¿Le ha resultado difícil plasmar sus experiencias? ¿Cuál diría que es el principal mensaje del libro? La verdad es que sí, porque supone algo similar a desnudarse emocionalmente ante desconocidos. Yo no me considero pudorosa, pero sí reservada. Soy bastante hermética salvo dentro de mi círculo de confianza y para mí fue un desafío contar mis experiencias. Además, tampoco había escrito nunca sobre algo personal y tenía miedo de no encontrar mi voz narrativa. Mis publicaciones han sido siempre sobre Historia, sobre bibliotecas y sobre habilidades de investigación…  temas técnicos. Esto es algo totalmente distinto. Creo que a cada lector le transmitirá un mensaje diferente. Pero si tuviera que asignarle un valor, sería el de poner de relieve la educación para obtener la realización personal y la libertad. También pretende ser un homenaje a mi entorno, porque sin él yo no habría podido obtener esa ansiada libertad.

El estilo es muy directo y hay humor e ironía. ¿Es un recurso consciente a la hora de contar situaciones a veces dramáticas? Sí. Creo que el humor es fundamental para la vida porque ayuda a empatizar y conecta con las emociones. Por otro lado, también he querido derribar mitos como que los bibliotecarios somos aburridos o que las personas con discapacidad somos infelices. Evidentemente no conozco a nadie que desee tener discapacidad, pero se puede vivir con ella sin amargura. Hay que trabajarlo, por supuesto, pero se puede lograr. No estamos todo el día pensando en lo duro que es tenerla, sino que nos adaptamos. Yo me considero feliz y creo que el libro transmite eso.

A comienzos de este mes celebramos el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. ¿Qué balance hace? ¿Cuáles son los retos que tenemos por delante? Es una pregunta de difícil respuesta, porque la discapacidad es un universo. Somos millones de personas con discapacidad y cada una con sus necesidades. Si comparamos la actualidad con otras épocas de la Historia,  hemos avanzado muchísimo. La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de la ONU aprobada en 2006 ha sido un hito decisivo. Pero nunca es suficiente. Siempre hay cosas por hacer. Accesibilidad, igualdad de oportunidades… todo se puede mejorar, es una lucha continua. Las tasas de empleabilidad de los discapacitados siguen siendo bajas y el paro se ceba especialmente en mi colectivo. Los recortes sociales también nos han hecho mucho daño en cuanto a calidad de vida. Continuar aumentando los niveles de formación y buscar la integración a través del empleo son las grandes luchas. La vida independiente depende de esos dos pilares.

En el libro habla del trabajo en bibliotecas, donde ha ejercido su profesión. ¿Cómo valoraría la accesibilidad a los centros bibliotecarios en España? En general sí es un hecho que hay más conciencia sobre accesibilidad y la normativa también ayuda. Pero sobre todo en los edificios antiguos queda mucho por hacer y la legislación a veces no se cumple o se cumple a medias. La accesibilidad no es solo lo que se ve (poner un ascensor, una rampa…) sino lo también lo que no se ve. Hay que hacer accesibles la propia colección, los depósitos, las estanterías, las zonas técnicas, los despachos, las puertas, los aseos, la sinaléctica… Si en una biblioteca hay usuarios con discapacidad, también puede haber trabajadores con discapacidad. En mi caso, he tenido que pedir ayuda a compañeros a la hora de trabajar porque algunas zonas eran un peligro para mí o directamente no podía llegar hasta ellas. Hay que pensar de manera global, haciendo que la accesibilidad sea un mandamiento irrenunciable a la hora de planificar y reformar. Cualquier centro tiene que ser útil para cualquier persona, sea como sea y tenga la movilidad que tenga.

Esta es su segunda experiencia como autora autoeditada. ¿Qué opina de Amazon como plataforma para publicar? ¿Va a seguir escribiendo?  Creo que es una buena manera de darse a conocer y de llegar a los lectores de manera más directa. Vivir de la escritura es casi imposible, salvo para unos pocos. La autoedición permite poner en contacto a las personas y eso es un valor muy importante. Las historias las creamos los autores pero son de los lectores, que son quienes las hacen crecer. Le tengo mucho respeto al oficio de escribir. No descarto nada, aunque de momento quiero centrarme en la difusión de 39 escalones con vistas al mar.

 

39 escalones con vistas al mar de Laura Novelle
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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