María Villar Buceta fue una mujer que se dedicó principalmente y a lo largo de su vida a las bibliotecas, las organizó, las mimó. Pero sí que es cierto que no se conoce mucho sobre su trabajo. Gracias a sus amigos Emilio Roig de Leuchsenring, Enrique José Varona y Fernando Ortiz, se incorpora al mundo de las bibliotecas en el año 1924 y pasa a trabajar a la Biblioteca Nacional de Cuba.

Así, como ella misma diría, posteriormente, “quedó centrada mi vida laboral en menesteres de bibliotecas de diversas índoles, quehacer que duró más de cuatro décadas entre pericias increíbles” (Villar Buceta M. El Consejo Nacional de Cultura y su sistema de organización de archivo.

Lo suyo de trabajar en las bibliotecas venía de manera vocacional ya que amaba la cultura y su pasión por los libros era su forma de vida.  La biblioteca en la que empieza a trabajar María no está dotada de buenas infraestructuras. Solo tenía una sala de lectura, un departamento dedicado a la catalogación y clasificación y un depósito para los documentos que se albergaban en la Biblioteca.

Ella que sentía ese amor por los libros empezó a formarse y a adentrarse en el trabajo interno de la Biblioteca, así como a dedicarse en cuerpo y alma al mundo bibliotecario y dotarla de un buen funcionamiento para todos. Quien era el director por entonces de esa Biblioteca, Francisco de Paula Coronado fue quien se encargó de la catalogación y clasificación de los libros.

En 1929 la biblioteca sufrió un desahucio y fueron trasladados al Capitolio, la mala suerte quiso ponerse de parte y la mayor parte de los libros se perdieron porque hubo un incendio.

“María logró realizar una labor en extremo eficaz, la cual contrastaba con la incapacidad e ignorancia de otros, que alcanzaron mayor categoría y devengaban sueldos más altos gracias a sus influencias políticas” (Asunción Díaz Cuervo Directora de la Biblioteca de MINREX).

Posteriormente María pasó a trabajar en la Biblioteca Municipal de La Habana y fue bibliotecaria en la Escuela Nocturna Popular del Cerro. Gracias a sus aportaciones bibliotecarias consiguió ordenar los fondos de la Biblioteca de “El Lyceum” entre 1936 y 1938 y catalogó los libros de conocido literato dominicano Max Henríquez Ureña.

También organizó otras bibliotecas como las de Havana Yatch Club y la del Casino Español de La Habana. Todo el mundo que la conocía le daba trabajo a María porque sabía que era un trabajo que le apasionaba y que sabía hacerlo bien.

En 1943, María entra a trabajar en la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling” y funda la Biblioteca para pasar a ser su Directora. Lo primero en lo que hace hincapié es en los usuarios. Quería que fuera una biblioteca especializada principalmente para periodistas

Finales del siglo XX, María fue llamada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y le asignaron la organización de la documentación de la ONU. Mientras estuvo realizando ese trabajo también se dedicó a ordenar bibliotecas para el Ejército Rebelde con una selección de obras que contenía la esencia de la doctrina de los fundadores de la nacionalidad cubana.

Para ella la biblioteca pública era definida como una institución de valor para el progreso económico y social de un país. Entre sus ideas destacaba la de poner a disposición del público en general los fondos bibliográficos y así materializó el proyecto “Bibliotecas y escuelas talleres”.

María confirió al bibliotecario la misión de animador de inquietudes e intereses humanos y enfocó la biblioteca como un centro dinámico de cultura, donde no basta con servir al usuario el libro que busca.

Sus ideas, al respecto, no dejó de expresarlas en las conferencias que dictó ante diferentes auditorios en su larga trayectoria como bibliotecaria. Basta señalar que una de sus frases favoritas para comprender el alcance que daba a la institución era: “Las bibliotecas no son campos de concentración de autores” (Villar Buceta M. Diario libre. 1959)

Durante los años cuarenta y cincuenta, María recurría continuamente al tema, y alzó la voz en cuanta tribuna tuviera para denunciar las pésimas condiciones que tenían las bibliotecas públicas del país. Buen ejemplo de ello, fue su conferencia a propósito del Primer Festival del Libro donde expresó: “Las bibliotecas luchan aún con un estado de ‘colonialismo’ y brindan a la estadística irrisorios servicios en relación con los porcentajes de habitantes de sus sedes” (Villar Buceta M. Camino de la riqueza).

Siempre estaba dispuesta a colaborar en las iniciativas que le presentaban y con interés para promover Io mejor de la literatura cubana y universal. Por eso, la Comisión de Cultura del Colegio Profesional de Periodistas de La Habana solicitó su cooperación, conjuntamente con la del doctor Fermín Peraza, en la organización de la Gran Exposición del Libro del Periodista en el marco del “Día del Libro”, celebrado el 7 de junio en 1957.

Escribió un poemario llamado Unamunismo publicado en 1927.

Rodríguez Cruz, M. (2007). María Villar Buceta: la primera profesora de biblioteconomía en Cuba.

María Villar Buceta, la maestra de los bibliotecarios en Cuba
Comparte en:

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

En calidad de Afiliado de Amazon, obtengo ingresos por las compras adscritas que cumplen los requisitos aplicables.
Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Privacidad
Una mirada al mundo de las bibliotecas