Ritmo lento de la escritora Carmen Martín Gaite publicada en 1962. La segunda edición, en 1969, apareció sin epílogo. Inconformismo social y vida marginal retratada en la historia de un especial protagonista que no se adapta a ningún esquema de convivencia.

Está contada sin respeto a la cronología y más centrada en los personajes influyentes en la vida del protagonista.

El pasado de David Fuente contado en primera persona desde el sanatorio psiquiátrico donde se encuentra internado viene evocado en once capítulos, más un prólogo y un epílogo.

Ha llegado allí después de promover un escándalo en el banco en que trabajaba. Con cierta calma rememora el curso de su vida, desde su infancia hasta los días que transcurren. David inicia su narración cuando le llega una carta de Lucía, su antigua novia que ahora se va a casar.

Va recordando los momentos importantes de su pasado, casi todos ellos relacionados con la ciudad de Madrid en los numerosos y variados episodios que le vienen a la memoria ligados al recuerdo de alguien importante en su vida. Cada capítulo va titulado con el nombre del personaje influyente.

De su abuela Trinidad recuerda las visitas que le hacía; de Miguel Terán, un amigo de su padre, las conversaciones sobre algunos asuntos como el concepto de lo <<anormal>>.

De su hermana Aurora, cómo conoció a su novio y una noche lo contó, que estaba enamorada y otros sentimientos más íntimos. En el servicio militar, en Soria, conoce al maestro don Isaías con quien fragua una profunda amistad y presta oídos a sus consejos.

De su amigo del bachillerato, Bernardo, recuerda cómo le pidió apuntes un día en el Instituto.

Era Bernardo hijo de una familia humilde, desconocía a su padre y llevaba el apellido de su madre.

El día que visita su casa descubre al volver a la suya que su madre ha muerto. Conocerá más tarde a Gabriela con quien tiene charlas largas y lo introduce en la universidad.

David pasea recreándose en el paisaje urbano y observa cuidadosamente a la gente: <<A las chicas de las cafeterías, a las que pican los billetes de metro, a muchas que iban solas o con una amiga por la calle, las miraba con tanta fijeza y ternura que a veces llegaron a cruzar la palabra conmigo creyendo que buscaba plan>>.

David, que a duras penas y sin gran interés había terminado el instituto, llega a la universidad de un modo accidental: <<Porque seguía por las calles de Madrid a una chica y ella iba allí>>. De su paso por aquellas aulas recuerda: <<Una gran estancia acristalada donde había mucha gente>> y la terraza <<desde donde se veían los perfiles de la sierra de Guadarrama>>.

Abrumado por el ambiente de las clases, de las relaciones de los propios estudiantes, en el paisaje externo que rodea el edificio encuentra David espacios en que pasar horas libres. Los jardines, <<un bosquecillo de pinos>>, le sirven para verse con Gabriela.

La impresión que tuvo David de aquellos años la expresaba al psiquiatra en los siguientes términos: <<Me pregunta que cómo no encontré amigos tampoco en la facultad. Me encojo de hombros; le digo que todos andaban con prisa, que no daban lugar a pasar de las relaciones superficiales>>. En el capítulo dedicado a su cuñado Julio reflexiona acerca de la boda de su hermana y matrimonio, y alguna visita que hizo.

Su hermana y cuñado irán a vivir a la casa de David porque se lo pide éste, pero surgen algunas desavenencias. De los episodios de convivencia destaca el de la criada Herminia, que es despedida al día siguiente de que Julio la mirara con buenos ojos.

Su prima Magdalena, que era rica, evoca opiniones sobre el dinero. En una carta le propone que se vaya con ella a Madrid. Por entonces David seguía sin hacer nada.

La prima Magdalena vuelve a Madrid, al hotel Palace, en un momento en que David va mal.

Les gusta conversar entre ellos. Cuando Aurora le dice que Magdalena quiere casarse con él vuelve a salir con Lucía, a quien había conocido en el baile de una boda o a orillas del Manzanares. Cuando su padre le dijo que debía salir con Magda se enfadó mucho y estuvo tres días errante por Madrid.

En el epílogo, narrado en tercera persona, encontramos a David trabajando en el banco y en un ataque de locura lanza por el aire un fajo de billetes de una distinguida clienta. Se da entonces noticia del suicidio de su padre.

Cuando David descubre el cadáver sufre una conmoción, acuchilla rabiosamente el cuerpo, y se atribuye el crimen. Luego se arrodilla ante él. Este epílogo fue suprimido en la edición de 1989.

Conocemos la noticia cuando la lee la mujer del banquero en un periódico de Marbella. Es la lectura ordenada de la novela.

El protagonista se recrea en los espacios solitarios, se refugia en paseos por las calles, en ensueños, en la observación de la gente…En ese mundo se enfrenta como individuo a la sociedad, habilidosamente entretejido en un carácter pasivo, en un entorno insolidario, en una existencia que cada día ahoga más.

El doctor Fuente, investigador médico con ideas liberales, educó a su hijo lejos de la escuela, en la excepción, en el rechazo a toda norma que él mismo no hubiera justificado previamente.

David, en su mundo y avanzando a su <<ritmo>> se aleja de los demás. La suma de las impresiones que va dando la novela, más o menos cronológicas, dibujan la figura de David y certifican la veracidad de un modo de ser, e insisten en el tema central que no es otro sino el de la identidad, el del conflicto del individuo consigo mismo y con su entorno.

David vive, según Sanz Villanueva, <<por su afanosa búsqueda de la autenticidad y por el resuelto propósito de indagar siempre la verdad>>, y todo porque se niega a <<aceptar todo aquello que la sociedad admite comúnmente sin antes comprobar y justificar por sí mismo su sentido>>. Y añade que la voluntad de la autora es la de criticar a <<una sociedad pragmática e irreflexivamente sujeta a las normas establecidas>>.

Por eso explica Sobejano que en una sociedad como la aquí descrita, <<no se puede llegar a ser el que se es, se ha de ser como los demás, ir de prisa, comprometerse y producir, sin reflexionar, ni detenerse>>.

El suicidio del padre viene a ser el autocastigo por sus culpas cuando acaba de comprender la tragedia. Para Soldevila el lenguaje <<alcanza una precisión y economía no reñidas con la riqueza léxica>>.

Importante es también el uso que la novela hace de la ciudad, Madrid, y su ambiente burgués, y de estampas donde resalta ese mundo entrañable de la amistad, de los pequeños conflictos diarios.

El narrador-protagonista vive en Ciudad Lineal y en esta casa se inicia o se pone fin a las distintas acciones.

La familia y los amigos de David son madrileños. La abuela de David vive cerca de la plaza Mayor, su amigo del instituto, Bernardo, por el Viaducto, y trabaja en la calle Narváez. A su hermana Aurora le compraron un piso por Manuel Becerra. Lucía vive cerca de Atocha y la prima Magdalena pasó una temporada en el hotel Palace.

Momentos importantes de la vida de David acontecen en lugares tan habituales como un instituto de Enseñanza Media, la universidad, el Manzanares, las calles cercanas a su barrio, la Casa de Campo, algunos bares y terrazas de cafeterías, el Retiro, etc.

Ese mundo entrañable que define a la ciudad está reflejado mediante referencias a hábitos que responden generalmente a modas: tomar barquillos en el Retiro, pasear por la plaza de Oriente, beber en un quiosco cercano a casa, contemplar el paisaje desde el Viaducto, perderse por calles desconocidas, cruzar la ciudad sin mirar la hora, sentarse con su pareja en el pretil de piedra que bordea el Manzanares, comprar en el Rastro, visitar los prostíbulos, mirar el rostro de las gentes en el metro, sentarse en el Retiro sin hablar, con las piernas al sol y…comer en el Ritz.

La novela apareció el mismo año que Tiempo de silencio y tuvo una acogida paralela. Luego ciertos ambientes críticos la relegan a un segundo plano.

Ritmo lento de la escritora Carmen Martín Gaite
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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