Hoy entrevisto a Jesús Lorenzo Aguilar anteriormente lo entrevisté con su novela Operación Berlín. Ahora viene a presentarnos Un golpe en Guinea.

«Un golpe en Guinea,  en verdad, según me dicen, es la mejor novela que he escrito, aunque ya sabemos que siempre es lo que se dice de la última obra de una autor».

¿Quién es Jesús Lorenzo Aguilar y cuáles son sus sueños? ¿hay alguno que ya lo haya cumplido? Cómo todos los seres humanos, mi personalidad reproduce distintas versiones de mí mismo, unas mejores, y otras, seguramente, con mayores defectos.

En cualquier caso, lo que sí estoy seguro es que el transcurso de los años me ha hecho más tolerante, más atento a los problemas que observo en la sociedad, y desde luego más solidario con las personas que realmente necesitan ayuda.

Es cierto que cada día me molesta más la posición de los poderosos que olvidan que también son seres humanos,  sus orígenes, en muchos casos humildes.

Por mi profesión y responsabilidades he conocido a muchos importantes personajes de primera línea política o social, que ostentan el PODER con mayúsculas, y solo un puñado de ellos merece realmente la pena.

Podría citar a algunos, pero sería de mala educación. Las buenas personas de ese nivel, que también los hay, saben que lo son.

En cuanto a los sueños cumplidos, sí, tengo uno en el  que la vida me ha premiado con mucho más de lo que merezco: ver que tengo una hija y un hijo que son realmente maravillosos.

¿Qué nos puede contar de su reciente novela Un golpe en Guinea?¿podria compartir un fragmento con los lectores? Es una historia trepidante. Como te he contado en alguna ocasión, cuando escribo una historia, relato la película que veo en mi mente, y en este caso fui el espectador de una historia que no dejará un momento de respiro al lector.

Te voy a compartir un fragmento:
Rifi miró a los soldados que lo acompañaban. Conté ocho.
– Vamos buscad por ahí.
Cuatro soldados se dirigieron hacía la selva.
Juan y el teniente de la guardia civil ya se habrían ocultado convenientemente en la vegetación, por lo que sería difícil que los soldados los encontraran.
– ¿Dónde está el guineano? -preguntó el marroquí.
– No sé a quién se refiere.
Rifi se acercó y, sin previo aviso, me descargó un culatazo con la pistola en la cara, cayendo al suelo sorprendido y aturdido, mientras Rocío intentaba protegerme.
– Lo preguntaré otra vez… ¿Dónde está el guardia de aduanas? -dijo, mientras apuntaba a Rocío con su pistola.
– No estaba en el poblado. Se había marchado, os tiene miedo.
Descargó un guantazo en la cara de la monja y la apartó de mí.
– ¡Cabrón! -dije, mientras intenté levantarme.
– ¿Dónde está el guineano? -volvió a preguntar, mientras me daba una patada en la espalda.
– Joder, estoy mayor para esto…-dije, como en un susurro.
Rocío volvió a gritar, pero dos soldados le agarraron por los brazos, inmovilizándola.
– Te he dicho que no está…
– Habrá que ir a buscarlo entonces -dijo a sus hombres.
Rifi ordenó a dos soldados que me atasen las manos a la espalda dejándome tendido en el suelo, mientras llegaban los otros militares que habían ido a buscar a comprobar si nos acompañaba alguien más.
– Mi teniente, en los alrededores no hay nadie -dijo un sargento guineano.
Rifi lo miró con despreció, mientras se acercaba de nuevo a la joven.
– ¡Tú, monja! ¿Dónde está el guineano?
Rocío calló.
Se acercó a ella y le dio otro bofetón, tirándola al suelo.
– ¡Perro! -grité, con el poco aire que pude sacar de mis pulmones.
Se acercó de nuevo a mí, y me propinó otra patada en el costado.
– ¡Tú calla! -dijo.
Volvió a por Rocío y la agarró por el cuello.
– ¡Que me digas donde está el guineano! -gritó de nuevo, mientras la empujaba.
La monja callaba, mientras el marroquí le arrancaba la mochila, que aún mantenía colgada en la espalda.
– ¡Te vas a enterar, puta española! -dijo, llevándola hacía el coche, dejándola fuera de mi vista.
Rocío chillaba, mientras yo presentía que el hombre intentaba arrancarle la ropa.
– ¡Puta, no te resistas! -gritaba.
Intenté levantarme, pero no podía, lastrado por los golpes y la cuerda con la que me habían atado las manos.
– ¡¿Ves, español, como no puedes proteger a tus mujeres?! -gritó, mientras yo veía por encima del capó del coche la nuca de Rocío y la cara del marroquí, que la besaba a la fuerza.
– ¿Cabrón, cabrón…! -gritaba yo, impotente, mientras tumbado en el suelo veía su cara de ira, excitándose por lo que pretendía hacer.
– ¡Perra, no te resistas!
Rocío se revolvía, intentando defenderse, mientras el marroquí la inmovilizaba contra el coche, rompiendo su ropa.
Y de pronto ocurrió. La cara de Rifi se relajó, y dio unos pasos hacía el morro del vehículo, quedando a la vista. Con la mano derecha, sorprendido, agarraba un cuchillo que tenía clavado en el corazón, como si no entendiera como había llegado allí. De inmediato, con los ojos muy abiertos por la sorpresa, cayó al suelo.
Y se oyó un disparo.
A uno de los soldados que se acercaba al teniente marroquí para auxiliarlo, le estalló la cabeza, después a otro, y así hasta cuatro disparos, que retumbaron en la selva, como un eco: ¡bum, bum, bum, bum…! Certeros, implacables, seguros…
El resto de los soldados salieron corriendo, intentando huir, mientras los disparos de un arma larga se confundían con los de una pistola automática. Uno a uno, los soldados caían, sin entender muy bien cómo había ocurrido.
– ¿Está bien, mi comandante? -dijo Solana, que salía de la selva, acercándose a mí, para cortar la cuerda con la que me habían atado las manos los soldados.
– Bueno… regular… me ha dado bien ese cabrón. Ayúdame…-dije, mientras me incorporaba, dolorido.
Me acerqué a Rocío que, de cuclillas, lloraba desconsoladamente.
– Perdóname, Dios mío, perdóname Señor…

¿Qué evolución presenta de su primera novela a esta? ¿Podria contarnos algo de sus personajes? La verdad es que en mi primera novela, La Conspiración de Santa Quiteria, me paso algo que no he contado nunca en una entrevista, pero que hace que siga sintiendo hacía ella un cariño especial: una semana antes de llegar la fecha de entregarla a la editorial, entró un virus en el ordenador y me borró el disco duro.

Tuve que escribirla de nuevo en una semana, pero de la historia que recordaba surgió otra con vida propia, donde un personaje secundario, Tornero, tipo con virtudes algo mágicas, se hizo el propietario del relato.

En  Un Golpe en Guinea el lector se encontrará con una nueva historia del espía Emmanuel Aguirre, quien después de El Príncipe del Rif y Operación Berlín, nos sorprende con una nueva misión en Guinea Ecuatorial en la que se enfrentará a los fantasmas de su pasado.

Aguirre tiene principios morales muy sólidos, pero siempre antepone los intereses de España a los suyos, lo que hace que sea un tipo distinto a los que estamos acostumbrados a ver en estos momentos tan especiales.

Aunque debo decir, que he tenido la suerte de conocer algunas de esas personas forjadas a fuego, que llevan el cumplimiento de sus valores hasta las últimas consecuencias.

Durante este confinamiento le ha dado tiempo a leer libros? ¿por qué genero se decanta y qué escritor/a es su elegido? La verdad es que últimamente leo poco por mi falta de tiempo, pero sigo siendo fiel a mis historias preferidas. Así, he leído la nueva novela de mi amigo Ildefonso Falcones, El pintor de Almas, y a otro gran autor, también amigo, Jesús Sánchez Adalid, cuyas novelas recomiendo.

Me gusta la novela histórica, policiaca, de aventuras, ciencia ficción, en ese orden.

¿Qué es lo que desea transmitir con sus novelas y qué es lo que se va a encontrar el lector a abrir la primera página de su novela? Mi deseo es entretener, que el lector vea en su mente la historia que pretendo contarle y, si se puede, que extraiga algunos de los valores que recojo en la obra, pero sin ánimo de ser moralizante, ya que, como dije antes, intento ser flexible y tolerante con los defectos humanos, incluso con los míos.

Mi estilo es directo y no pretendo entrar en construcciones lingüísticas complicadas, a las que por otro lado me sería difícil acceder, ya que, al final, no soy más que un humilde trabajador del derecho y la mediación que tiene muchos defectos a la hora de escribir historias.

Un golpe en Guinea,  en verdad, según me dicen, es la mejor novela que he escrito, aunque ya sabemos que siempre es lo que se dice de la última obra de una autor.

¿Tiene algún evento previsto para cuando todos podamos salir a la calle con normalidad? Sí, la presentación oficial de la novela será el 2 de julio en Madrid.

Lo que sí haré es visitar a mi amigo Lucio en su restaurante, para darle un abrazo y obsequiarme con una buena velada acompañado de mis amigos.

¿Piensa que los escritores no están valorados como se merecen? ¿Realizaste tú la portada o la elegiste? Los escritores somos un producto y, por lo tanto, difíciles de ser colocados en el mercado convenientemente.

Es cierto, que son muy pocos los que llegan a tener gran éxito literario, o consiguen ventas importantes. Sin embargo, en este momento he tenido la suerte de conocer al equipo de Ediciones Lorca, quienes me presentaron su proyecto, ofreciéndome que su primera obra fuese Un golpe en Guinea, y acepté encantado.

En cuanto a la portada, debo confesarte que no he sido yo quien la eligió. La diseñadora me envío dos portadas similares, una en color rojo y otra en color azul, y organice una votación entre amigos y lectores, resultando que las dos portadas gustaban por igual, y hubo hasta pequeñas discusiones en un grupo de wasap bastante grande que compartimos, para convencerme de cual seleccionar.

Al final, las dos gustaban por igual, por lo que no supe tomar una decisión.

¿Te preguntarás que hice? Hablé con la editorial y los propuse publicar la novela con las dos portadas, la mitad de los ejemplares en rojo y la otra mitad en azul. No sé si se ha hecho antes o si es una herejía literaria, pero así se va a hacer.

Así que ya sabe: cuando compre la novela, elija entre la portada roja o azul, o las dos…

¿Qué piensa del trato que se da a la cultura en España?¿cree que se le trata como se merece? ¿y de las bibliotecas? Bueno, a estas alturas no sé que es la cultura, pero desde luego lo que vemos en muchos casos es la incultura de muchos medios, y eso no ayuda a que la gente.

Cuando hablan de cultura, quieren decir NEGOCIO. Por eso, yo me acojo a Lorca quien pedía: ¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir ¡amor, amor!, y que debían los pueblos pedir como piden pan…

Pues eso, que los que tienen el poder den al pueblo pan y libros, en ese orden.

Las bibliotecas, para los autores desconocidos, creo que es un coto cerrado, pues si vas a alguna de ellas, sobre todo a las municipales, es difícil encontrar ejemplares de algunos buenos novelistas a los que, no sé por que razón, no tienen en su catálogo. Será por falta de presupuesto municipal.

¿Cambiaría o mejoraría algo de Alquibla www.alquiblaweb.com? La verdad es que has dado una nueva imagen a tu web que resulta aún más atractiva. ¿Sabes? Siempre al recomiendo, por que es muy rigurosa y bien planificada.

Algo que añadir… Sólo que espero verte en la presentación de Un Golpe en Guinea, ya te diré el sito…

Jesús Lorenzo Aguilar y su novela Un golpe en Guinea
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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