El Museo Nacional de Tokio constituye un vasto complejo cultural, con diversos edificios distribuidos por el parque de Ueno, continuo a la Universidad, en la zona norte de la extensa urbe. Al entrar en el recinto, en el extremo de la izquierda, se halla el Horyu-ji Homotsukan o Galería del Tesoro de Horyu-ji, con unas trescientas piezas que, procedentes del templo de Nara, fueron ofrecidas al emperador en 1878.

También a la izquierda se alza un edificio alargado, terminado en sus extremos por unos cuerpos circulares, dedicado a hallazgos de excavaciones y a los periodos Jomon, Yayoi y Kofun, además de salas para exposiciones temporales.

El núcleo del museo lo constituye el gran edificio central, rectangular, con dos patios en su interior y construido en dos plantas, siguiendo un estilo modernizante de la arquitectura tradicional japonesa. En sus amplias salas se ordenan las copiosas colecciones de arqueología, artes industriales diversas, escultura, armas e indumentaria. La pintura y la caligrafía ocupan las salas del frente y los costados de la planta principal. En una construcción aneja están la administración y la gran sala de actos. Por último al fondo del parque han sido instaladas cinco casas típicas de diversos periodos de la historia del Japón.

En conjunto, el museo posee actualmente cerca de noventa mil objetos, de los cuales unos once mil son pinturas, aunque las colecciones más ricas son las de arqueología y las de artes industriales. El Museo Nacional de Tokio ofrece una visión total de la cultura y el arte en aquel antiguo e histórico país.

El llegar a formar una institución de tal envergadura ha sido una tarea laboriosa y larga, facilitada por el espíritu tradicionalista del pueblo japonés, que desde muy antiguo sintió el afán de conservar los recuerdos del pasado. Existieron de siempre colecciones públicas y privadas, pero la idea de exponerlas al público, con moderno criterio museístico, no surgió hasta bien avanzado el siglo XIX.

Fue en 1871 cuando el gobierno ordenó la construcción de la primera galería de arte en Seido cerca del palacio imperial. Se dictó un decreto que ordenaba el registro de las antigüedades para asegurar su conservación y se comenzó a recoger objetos, no solo artísticos, sino también científicos. Previamente había sido enviada una misión intelectual a Occidente para recoger orientaciones sobre la labor que debía ser realizada. Los resultados objetivos hicieron insuficiente el edificio primitivo, por lo que las colecciones hubieron de ser trasladadas a la que había sido residencia de la familia Shimazu, en Kojimachi, donde permanecieron hasta que en 1881 se emprendió la construcción de un edificio apropiado en el parque de Ueno. En realidad se trataba del palacio de arte de la Segunda Exposición Nacional, construido en ladrillo y el estilo europeo, según el proyecto del arquitecto inglés J. Condle.

Por aquel tiempo, el concepto museístico era un tanto confuso, pues en la institución se veía ante todo un estimulo a la producción e incluso una especie de feria de muestras. Este criterio cambió radicalmente en 1886, al pasar el museo a depender del Ministerio de la Casa Imperial y estructurarse como exposición de obras artísticas.

En 1908 y para conmemorar el matrimonio del príncipe imperial, se amplió el museo con la construcción de la Galería Hyokeikan que todavía subsiste. Pero en 1923 hubo que demoler el edificio principal, el construido en 1881, a consecuencia de los graves daños que sufrió con ocasión del terrible terremoto sufrido por el Japón en aquella fecha.

Hubo que emprender pues la construcción de un nuevo edificio el actual inaugurado en 1938. Se remodelaron los jardines y se instalaron en ellos los edificios antiguos y típicos que, trasladados desde sus lugares de origen, ocupan en la actualidad el fondo del recinto.

La segunda guerra mundial representó un grave peligro para el museo. Por temor a los bombardeos, las colecciones fueron trasladadas a sitios que ofrecieran menos riesgos, en las provincias de Iwate, Kyoto y Fukushima. Una vez finalizado el conflicto bélico, todo el material volvió a Tokio, abriendo sus puertas el museo de nuevo en marzo de 1946.

A partir de esa fecha se incrementa la actividad de la institución que en 1947 sería objeto de su última reforma administrativa, al proclamarse la nueva constitución, dejando de pertenecer a la Casa Imperial para pasar a depender del Ministerio de Educación, al servicio de la Comisión para la protección de bienes culturales. Recibe entonces el nombre oficial de Museo Nacional de Tokio.

Todavía en 1954 se construyó el Horyu-ji Homotsukan, al recibir el museo los tesoros del templo de Horyu que habían pertenecido al emperador.

 

(Información extraída de La pintura en los grandes museos / texto, Luis Monreal, 1976- )

 

Museo nacional de Tokio
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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