Los museos más importantes de Rojales son: Museo Arqueológico, Museo de la Huerta, Ecomuseos.

Museo arqueológico

La iniciativa para la creación del Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal surgió en la segunda mitad de la década de los años setenta, a instancias de un colectivo local preocupado por la preservación y el conocimiento del patrimonio cultural de la zona. La celebración de las Primeras Jornadas de Arqueología sobre el Poblamiento Antiguo de la Vega Baja del Segura, organizadas por el mismo colectivo, es otro de los hitos que también contribuyeron a que en 1981 el Ayuntamiento de Rojales crease el Museo Arqueológico Municipal de Rojales.

Posteriormente, tras un periodo de resoluciones, el Ministerio de Cultura en 1982 acuerda reconocer el Museo, implantado en dos aulas de unas escuelas municipales del Barrio de San Pedro. En 1991, la Administración Municipal potencia la creación de un Servicio de Patrimonio Cultural dirigido por el arqueólogo y Director del Museo Manuel de Gea Calatayud, que posteriormente elabora una propuesta de implantación museográfica para el Museo en colaboración con varios Departamentos de la Escuela de Artes y Oficios Comarcal (Orihuela), en función de su actual instalación en la antigua Casa consistorial de Rojales. En esta nueva propuesta se incorpora una sección y colección paleontológica, organizada por Miguel Martínez Valero y José Mora Gómez y dirigida científicamente por el paleontólogo Joaquín Sendra Sáez.

Por su parte, la apertura definitiva del Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal (museo matriz) -reconocido por la Conselleria de Cultura, Educación y Ciencia el 28/2/1996- y la rehabilitación y dinamización cultural-educativa de los Ecomuseos de Rojales (itinerarios complementarios al Museo) en los últimos 10 años, configuran una oferta de alta calidad en el ámbito de la didáctica, la difusión del patrimonio y las rutas culturales y lúdicas de la Comunidad Valenciana.

El Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal implantado en la antigua Casa Consistorial de la Villa, tras una importante remodelación arquitectónica del edificio y un intenso proceso de estudio y ejecución de interiores (departamentos y salas del museo), divide su espacio expositivo en dos grandes áreas. En primer lugar, el área de paleontología muestra la evolución paleogeográfica del territorio a través de los testimonios de infinidad de seres que vivieron en nuestra zona hace millones de años. Por otra parte, el área de arqueología facilita una comprensión global de la evolución cultural del poblamiento establecido en el entorno de Rojales desde los más lejanos tiempos prehistóricos hasta la fundación de Rojales como aldea y municipio.

Paleontología

Durante el Plioceno Medio-Superior el mar ocupaba todavía el sector del término municipal de Rojales, existiendo una amplia plataforma somera con aportes terrígenos y desarrollo fluvial. Posteriormente, durante el Plioceno Superior – Pleistoceno Inferior, el mar comienza a retirarse hacia el Sureste como resultado de la elevación de la Sierra de Crevillente y Macizo del Segura (neotectónica) dejando hacia el interior una zona de lagoon que adquiere un gran desarrollo en el área de la «Depresión de Elche-Bajo Segura» y que queda aislada del mar mediante un sistema de islas barrera (playas y dunas) cuyas facies afloran hoy en día en la Sierra de Santa Pola, Sierra del Moncayo, Rojales, etc.

Es en estas últimas etapas cuando se desarrollan dinámicas sedimentarias de colmatación rápida de las cuencas que juegan un papel de primer orden en el enterramiento, preservación y conservación de restos fósiles como los que en la actualidad se exponen, principalmente, en el Área de Paleontología del Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal de Rojales.

Estos niveles sedimentarios con asociaciones fósiles mixtas (flora y fauna fósil autóctona y alóctona, esta última arrastrada por las descargas fluviales continentales en estas últimas etapas) están siendo muy útiles en las más recientes investigaciones para correlacionar mejor los niveles continentales y marinos y, consecuentemente, para documentar mejor la génesis final de la Cuenca del Bajo Segura como consecuencia de la reactivación de los accidentes tectónicos.

En este sentido, los niveles de fósiles Pliocenos de Rojales (de donde proviene casi la totalidad de la colección paleontológica del Museo Municipal) nos documentan y nos conectan con la historia de la formación de nuestro territorio a través de los testimonios de infinidad de seres que vivieron en la misma zona hace millones de años. Se trata, por tanto, de la historia anterior a la propia existencia del Segura y del hombre. Esta otra historia es el fundamento básico de nuestra paleontología, y tiene en la zona de Rojales una especial relevancia. Los distintos niveles sedimentarios del área se corresponden con las formaciones geológicas donde se enterraron numerosísimos restos fósiles.

Los grandes vertebrados son quizás los restos más espectaculares en la zona y en la colección paleontológica de Rojales, siendo sin duda la estrella de la misma el cráneo de Balaenoptera sp. localizado hace unos pocos años, que se expone junto a otros restos de ballenas, delfines, sirenios, fósiles de quelonios, cocodrilos, aves, artiodáctilos y peces (seláceos y teleósteos). También hay una magnífica representación de los vegetales, mostrándose moldes de estróbilos de coníferas, moldes de troncos y restos directos de madera. Mientras que, por otra parte, se exponen también fósiles de invertebrados (bivalvos, gasterópodos, balánidos, etc.) y los icnofósiles que aparecen en Rojales. Uno de los icnofósiles más espectaculares que aparecen son los Gyrolites.

El Paleolítico

Las primeras manifestaciones de la presencia humana en el Bajo Segura y zonas cercanas se remontan al Paleolítico Medio o Musteriense. En este momento, que alcanza hasta hace unos 35.000 años, eran ya cazadores inteligentes, buenos conocedores de los desplazamientos y las costumbres de los animales, y con un variado utillaje fabricado sobre piezas retocadas en sílex: puntas, raederas, cuchillos y buriles. Desde esta etapa, grupos de cazadores visitarán en sus jornadas de caza el estuario del Bajo Segura, donde confluían los ríos Vinalopó y Segura y donde abundaría la caza (sobre todo anátidas) y la pesca (muy rica y fácilmente obtenible en este ámbito deltaico).

Posteriormente, se atestiguan ya durante el Paleolítico Superior (30.000 – 16.500 a. C.) yacimientos en abrigos rocosos de la franja montañosa que bordea la comarca por el Norte y el Oeste. Estos especializados cazadores, nos han ido dejando, como se puede observar en el Museo Municipal, un diversificado utillaje fabricado sobre láminas de sílex: puntas de flecha (aparición del arco), raspadores, buriles, perforadores, piezas de borde abatido, etc., el cual muestra numerosos cambios en la forma y una continua reducción de tamaño. Y junto a este equipamiento destacan también otras piezas talladas en hueso: arpones, azagayas, agujas, etc. Entre los cambios culturales se incluyen una compleja vida espiritual y la aparición del arte.

Del Neolítico al Bronce

Los materiales más antiguos conocidos en Rojales pertenecen al Neolítico Tardío y Final, en el transcurso del IV al III milenio, y los hallamos en zonas bajas de monte cercanas al río.

Su principal exponente local es el yacimiento de La Bernada. A medida que se desarrolla el Neolítico se va produciendo un poblamiento extendido por casi todo el territorio alicantino, utilizando los valles de los ríos como vías. Este fenómeno de difusión del Neolítico debemos situarlo en los momentos finales del Neolítico Antiguo, que en los últimos siglos del V milenio da paso al Neolítico Medio y Final.

Produciéndose, entre otras modificaciones culturales, la aparición de los poblados al aire libre, como el de La Bernada de Rojales, situado a los pies de una de las laderas de la antigua Hacienda de La Bernada, dominando su pequeña vega de aluvión. Junto a estas tierras de cultivo debió construirse, entre el IV y el III milenio a. C., una serie de cabañas de barro, ramajes y plantas de tendencia circular; aunque la fragilidad de estas construcciones hace que de ellas no queden más que algunos agujeros de los postes que sustentaban las cubiertas y hoyos excavados en el suelo, que debieron de servir como silos para almacenar cosechas. Es reveladora, en torno a este poblado, una abundante fauna marina y terrestre, los útiles de sílex de diversos usos, las cerámicas con decoración incisa y los brazaletes de conchas y demás adornos que caracterizan las últimas fases del Neolítico.

Durante el II milenio, las comarcas del Bajo Segura y Vinalopó constituyen el límite nororiental de la Cultura Argárica (1.900 – 1.300 a. C.), la más importante de las culturas peninsulares de la Edad del Bronce. Y, posteriormente, en el denominado Bronce Tardío (1.300 – 1.000 a. C.), la comarca recibirá las influencias de la cultura meseteña de Las Cogotas, aspecto este generalizado en gran parte de la fachada mediterránea y en Andalucía. Esta etapa coincide con un cierto desarrollo demográfico en la zona (habitándose varios cabezos del término de Rojales) y una más intensa explotación del territorio, tanto en el plano agrícola, cono en el ganadero, sin olvidar los recursos marinos y la caza. Otro de los factores que explica la importancia de este núcleo agrario es la existencia de minas de cobre y oro en la Sierra de Orihuela y de estaño en Murcia. El descubrimiento de la aleación cobre-estaño, que da lugar al bronce, permite una mayor dureza de los útiles y una reducción de la temperatura de fusión de los metales.

El modelo de poblamiento que se desarrolla en la comarca segureña es equiparable al de otras áreas argáricas, apareciendo poblados de grandes o medianas dimensiones con recintos amurallados interrelacionados con otros hábitats subsidiarios muy pequeños, con unas pocas casas (que recuerdan más bien a caseríos), ligados a una agricultura de inundación y al acondicionamiento de manantiales. Es dentro de este pequeño poblamiento y en un periodo avanzado del Bronce Pleno o Bronce Tardío (1.500 – 1.000 a. C.) donde podemos incluir los yacimientos de Rojales como Cabezo Soler y Cabezo de las Particiones; situados en pequeñas colinas muy erosionadas pero en las que están localizadas cerámicas (de formas diversas, decoradas con ungulaciones y digitaciones), útiles de piedra pulimentada como hachas y azuelas, dientes de hoz, molinos de mano y restos de muros de mampostería de piedras y barro, que permiten suponer la existencia en ellos de habitaciones de planta rectangular, en donde era normal la existencia de hornos, hogares, telares y bancos de obra. Con la Edad del Bronce, los enterramientos colectivos dan paso a los enterramientos individuales de tipo argárico, en los que se impone la inhumación en cista, tinaja y falsa cúpula, asociados a ajuares: armas, adornos y cerámicas, que evidencian diferencias sociales y sexuales.

Cultura Ibérica

La Cultura Ibérica (600 – 50 a. C.) de las comarcas del Sur valenciano, tiene un desarrollo temprano gracias al factor fenicio, que genera a partir del siglo VIII en nuestra fachada mediterránea un proceso de orientalización que irá transformando todos los aspectos de la vida indígena.

A partir de principios del siglo V, con la Cultura Ibérica formada, los contactos con otros centros del Mediterráneo se diversifican (griegos, etruscos, íberos de la Alta Andalucía, etc.). La Cultura Ibérica alcanzó grandes cotas de desarrollo en nuestra comarca como lo atestiguan en nuestro Museo el Pilar- Estela de El Mejorado (uno de los monumentos funerarios de carácter aristocrático más destacados y mejor conservados del Mundo Ibérico) y la abundante y variada colección de cerámicas griegas importadas, las típicas ibéricas realizadas a torno y decoradas en óxido de hierro, los abalorios y el armamento del poblado fortificado y la necrópolis de Cabezo Lucero.

En efecto, la existencia de un puerto comercial fenicio en la desembocadura del río Segura en el siglo VIII a. C., en perfecta correspondencia con el panorama inicial del asentamiento fenicio peninsular, conforma un territorio fenicio occidental de Cádiz a Ibiza, que vendría a cubrir más o menos el ámbito geográfico de Tartesos. Aquí se desarrollaría esa floreciente civilización hispánica del hierro antiguo, en un proceso similar al que ocurrió en Etruria. Una simbiosis muy fecunda en la que no debió faltar el mestizaje entre colonos e indígenas, iba a conducir en estas tierras del Sudeste a un floreciente periodo que llamamos orientalizante y en el que podemos hallar el germen del iberismo posterior. No es casual la concentración de poblados y necrópolis ibéricos antiguos en el curso final del río Segura (El Oral y La Escuera en San Fulgencio y Cabezo Lucero en la zona limítrofe de Guardamar y Rojales).

Cultura Romana

A lo largo del siglo III a. C., la Cultura Ibérica entra en contacto con los púnicos (cartagineses) primero, y los romanos después, a cuyo término los romanos se instalarán en la Península Ibérica; iniciándose el proceso de romanización o transformación de la sociedad y cultura indígenas en otras que se aproximarán cada vez más a las romanas. Será un proceso lento y desigual que conllevará el abandono de muchos de los antiguos poblados ibéricos y la concentración de la población en unas cuantas ciudades: el proceso de romanización del Bajo Segura se establece en torno a Ilici (La Alcudia, Elche), al mismo tiempo que se pone en marcha el sistema de explotación por medio de las villae (villas rústicas), o unidades de explotación agraria conectadas a la función económica de la ciudad.

Los yacimientos de Rojales o sus cercanías más características de la época romana permiten reconstruir el paisaje rural y la vida de una región relativamente alejada del entorno estricto de su ciudad principal. Entre éstos destacan modestas villas rústicas o explotaciones agrícolas que avanzando el Imperio romano se desarrollaron tanto en la zona de Campo como de Huerta. Por tanto, la mayoría de los pobladores romano-segureños fueron, sin duda, campesinos, ya que la estructura socioeconómica del país era de base agraria. Los cultivos principales explotados en este entorno agrario eran la trilogía mediterránea (el trigo, la olivera y la viña), aunque cultivaban otros productos como la higuera, verduras y otros árboles frutales y están constatados arqueológicamente pequeños sistemas de regadío, relacionados con manantiales y las pequeñas vegas de aluvión.

El Islam

En el Museo se muestra una selección de piezas de diversos yacimientos de la localidad desde la etapa emiral (Cabezo del Molino) hasta la etapa califal, taifas y Periodo africano (Cabezo Soler, Inquisición Grande, Cabezo de las Tinajas, etc.). Este importante poblamiento rural de Rojales, conocido por las fuentes árabes como Al-Mudawwar, estará emplazado en torno al cerro fortificado de Cabezo Soler y se desarrollará dependiente de la ciudad andalusí de Orihuela.

Así, las excavaciones realizadas por el Museo Arqueológico de Rojales en los pequeños promontorios de Inquisición Grande, Cabezo de la Cueva de la Tía Maravillas y Cabezo de las Tinajas; además de las prospecciones realizadas en varios puntos de la Finca Inquisición y el más elevado (90m.) recinto-refugio (con aljibe y probablemente graneros colectivos) de Cabezo Soler, revelan que se trata de un importante hisn (lugar fortificado) rural andalusí. Dicho hisn estaba rodeado de una alquería o aldea semidispersa de carácter agrario con núcleos de viviendas, complejos de silos, aljibes, campos de cultivo irrigados, zonas de cementerio con fosas de inhumación orientadas al sudeste, etc. Su importancia, pues, permite que sea reseñado por varios de los más prestigiosos geógrafos de la época como son Al-Udri y Al-idrisi, entre los siglos XI- XII.

En el Museo se muestra también, en gráficos, el proceso d formación del hábitat comarcal, articulado en relación a la construcción de la red de riego-drenaje de la huerta andalusí. Y, en líneas generales, se explica el cambio radical que supuso todo este proceso de colonización, arabización e islamización en la Vega Baja del Segura.

Fundación de Rojales

En esta sala se muestra una selección de piezas arqueológicas y etnológicas atribuibles a periodos Bajomedievales, Moderno e inmediatamente anterior a la sociedad industrial. Todo ello interrelacionado con una evolución de la historia y la cartografía urbana y huertana local. Concretamente, en esta sala se parte de las primeras noticias de la población de Rojales, con su actual nombre y emplazamiento, que se remontan a 1357, en que ya se cita que estaba constituido por «un número de casas de heredades juntas» y «un molino (hidráulico)».

Y en 1382, Pedro Bellot también nos informa de cuando el concejo de Orihuela estudia «derribar la población de Guardamar, y que la puebla se hiciese en Rojales, puesto menos costoso y menos peligroso», en gran parte propiedad del linaje nobiliario de los Rosell. Pero «el gasto de torres y murallas» espantó a los mensajeros del rey, que dispusieron definitivamente la construcción de una «torre fuerte donde se pudiese recoger la población y lo demás cortijo, como estaban las otras aldeas» bajomedievales comarcales.
Dentro del posterior proceso histórico local, se explica también cómo es en la incesante expansión del regadío comarcal en las centurias de los siglos XIV-XVI cuando tanto el subsistema de regadío de Rojales como su población comienzan su expansión y florecimiento.

Posteriormente, el crecimiento demográfico de la población en el siglo XVIII, con una economía agraria en expansión, produce también una nueva extensión de la superficie de la Huerta y la gran colonización agraria en su zona de Campo. Este nuevo resurgimiento demográfico, económico y colonizador producirá, en la segunda mitad del siglo XVIII, que la villa se erija en población independiente.

Culturas Prehispánicas

Esta interesante colección está integrada, en su mayor parte, por reproducciones arqueológicas muy logradas realizadas generalmente en los mismos museos arqueológicos: Museo Larco Herrera (Lima-Perú), Museo Regional de la Ciudad de Ica (Perú) y Parque Nacional Tikal (Guatemala). No obstante, la colección también presenta piezas arqueológicas y etnológicas originales, especialmente valiosas, producto de donaciones españolas.

Estas aportaciones han sido posibles gracias principalmente a los esfuerzos y al entusiasmo por las culturas y pueblos tradicionales de América Latina del sacerdote-misionero Venancio Ortiz González.

La colección muestra, con carácter autodescriptivo –cada obra constituye un fin en sí misma- una importante variedad de producciones artísticas y artesanales, sorprendentes en forma y color, pertenecientes a las épocas y culturas prehispánicas más reconocidas: mayas en Mesoamérica; guanacaste-chiriqui en Centroamérica; chavín, mochicas, paracas, nazca, chimú e incas en los Andes.

Museo de la huerta

El Museo de la Huerta forma un conjunto arquitectónico, agroecológico y ecomuseístico (entendido como experiencia histórica de cada pueblo interpretando su relación con el ámbito natural, social y cultural) de gran interés. Dicho complejo ecomuseístico se sitúa en el centro de una gran explotación agrícola y se estructura a partir de las características y los inmuebles que pertenecían a la antigua Hacienda de Los Llanos o de D. Florencio. Las exposiciones etnológicas permiten una descripción viva de la sociedad tradicional y recogen elementos de la cultura material, oral y espiritual de Rojales; clasificándose en varias temáticas generales: los trabajos de la Huerta, las actividades artesanales (aperador, corrionero, etc.), los enseres de la casa (ajuar, mobiliario, estancias, etc.), vehículos de transporte tradicional y aparejos de bueyes y caballerías, el aceite, el ciclo del cereal, el helado, la caza, botica, etc.

Su contenido es el resultado de su propia actividad incrementada progresivamente con los objetos y enseres donados por las personas del municipio que han colaborado y enriquecido, durante años, dicho Museo. Por ello, hacemos público nuestro más profundo agradecimiento a todos los colaboradores, sin cuya ayuda jamás podríamos haber llevado a cabo un proyecto del que esperamos que la población pueda seguir influyendo en su desarrollo.

Asimismo, la realidad humana y agroecológica de la Huerta Histórica segureña que acoge dicho Museo, integra, producto del esfuerzo de muchas generaciones, un conjunto armonioso de valores y elementos patrimoniales recogidos en la legislación relativa al patrimonio agrario, cultural y natural que deben ser especialmente conservados y protegidos; pues se trata de un paisaje de regadío, realizado con un esfuerzo de siglos, que incluye e ilustra toda una serie de conocimientos y usos tradicionales de la tierra, asociados con tradiciones vivas y bienes históricos de significación universal.

Como colofón final de la presentación de este proyecto colectivo y participativo, pensamos que es esencial plantear, con el fin de lograr el necesario y verdadero lugar de encuentro con el mundo de aquellos que construyeron y utilizaron los instrumentos y herramientas que configuran hoy los ambientes museológicos que mostramos: que es al hombre/mujer vivo lo que hay que buscar en el silencio de las salas de este Museo de Etnología.

Casa Principal: Vida doméstica tradicional

La vivienda que describimos era la casa principal y residencia de los propietarios de la hacienda agraria. Dicha vivienda, de inspiración o estilo modernista, se situaba en el centro de la propiedad y regía las faenas agrícolas.

Esta vivienda presenta tres plantas de forma rectangular; aunque la última planta es un estrecho pasillo que da acceso a la terraza, situada por encima de ésta. La disposición de la planta baja es rectangular, con una entrada que daba a un pasillo por donde se puede acceder al patio posterior o a las restantes estancias originales de la casa: sala de estar, comedor, cocina, despensa y dos dormitorios. La primera planta presenta similar disposición, pero estaba dedicada, casi en su totalidad, a dormitorios.

No obstante, en la nueva implantación museográfica, las exposiciones y dependencias actuales se ordenan de la siguiente manera:

  • Las salas de la planta baja: están dedicadas a aulario, talleres y archivo.
  • Las salas del 1º piso: muestran diversos ambientes relacionados con la vida doméstica y cotidiana en el ámbito rural y huertano tradicional de Rojales:
    • Sala I.- Comedor.
    • Sala II.- Dormitorio.
    • Sala III.- Sala de costura.
    • Sala IV.- Pesos, medidas e iluminación.
    • Sala V.- Botica.

Vivienda secundaria: Molino y panadería tradicional

Paralelamente a la construcción de la casa principal de la hacienda -residencia de los propietarios- se construyó a la espalda de la misma una vivienda menor con la finalidad de albergar a la familia encargada de organizar la producción agraria y los trabajos que se desenvolvían alrededor de la Hacienda.

Esta edificación ha sido dedicada a albergar la temática relacionada con el ciclo del cereal. Por tanto, comprende una muestra del instrumental relacionado con la siega y la trilla, un molino de tracción hidráulica para la molienda del trigo y, complementariamente, una panadería tradicional con sus instrumentos (horno de leña, amasadora, artesas, banco, tablas, etc.)

Caballerizas: Trabajos tradicionales y oficios desaparecidos

Este gran edificio, dedicado con anterioridad al ganado y a los animales de tiro, se ha destinado a representar varios ambientes en los que podemos también comprender la variada producción de la industria tradicional y su peculiar comportamiento socio productivo y comercial; con toda la serie de productos reservados básicamente para el autoconsumo coexistiendo con los que tenían un área de comercialización más amplia.

Los ambientes que se visitarán son los siguientes:

  • Sala I.- El trabajo del cáñamo.
  • Sala II.- El helado.
  • Sala III.- Taller de corrionero.
  • Sala IV.- Taller de aperador.
  • Sala V.- La labranza.
  • Sala VI.- La apicultura.
  • Sala VII.- La matanza.
  • Sala VIII.- Caza y pesca.
  • Sala IX.- Tienda de la huerta.
  • Sala X.- El transporte.

Almazara: El aceite

El edificio de la Almazara es una edificación de nueva planta construida para albergar todo el instrumental y equipamiento procedente de la Almazara de Lo Pepín (Campo de Rojales), una de las últimas almazaras de sangre que trabajaron en el término municipal de Rojales.

En el edificio de la almazara se puede observar el molino giratorio de sangre de cuatro piedras para el primer prensado de la oliva, dos prensas hidráulicas de hierro para el prensado final y una bomba hidráulica accionada por una polea que servía para apretar el prensado de las prensas hidráulicas. Además, recoge una sala en donde se exponen recipientes de cerámica o metal relacionados con la oliva y el aceite en Rojales.

Ecomuseos

Las características del pueblo de Rojales se podrían resumir en los siguientes puntos, y elementos de nuestro patrimonio:

  • Pueblo de cultura mediterránea tradicional, que constituye una forma de entender la vida, en la que la extroversión es un fuerte componente, que se refleja en la arquitectura.
  • Viviendas tradicionales de claras influencias del modelo latino-romano en su configuración tipológica. En la morfología urbana se conserva y distingue la fisonomía urbana en ladera de los barrios tradicionales.
  • El pueblo de Rojales, presenta culminando la ladera Sur de su trama urbana, un conjunto arquitectónico popular subterráneo de una importancia etnológica incalculable. Estos barrios populares de cuevas y casas-cueva se emplazan, principalmente, en los flancos de varios cerros que delimitan el pueblo por el Sur, formando cuatro conjuntos unidos por calles y caminos: Cuevas del Calvario-Escarrihuelas, Cuevas del Rodeo, Cuevas de la Calle Vistabella y Cuevas del Pantano. Este conjunto subterráneo es uno de los cascos antiguos más singulares de la Comunidad Valenciana.
  • Rojales presenta, además, un conjunto de monumentos de carácter histórico-artísticos, representados por el Azud, Boquera de la Acequia La Comuna, Noria y Puente de Carlos III (siglos XVI, XVII y XVIII) que constituyen un hito paisajístico y urbano de singular importancia.
  • Hay que citar también como patrimonio del municipio los elementos integrantes del territorio, los caminos, los riegos, (Huerta Tradicional), y las arquitecturas tradicionales de producción: Aljibes de Gasparito y Molino de Viento, que integran el Parque Urbano «El Ladrillar».

Para conocer en profundidad, y sobre el terreno, toda esta riqueza cultural, se ha creado la figura de los Ecomuseos.

Puedes saber más acerca de ellos, a través de las visitas virtuales que encontrarás en este sitio, y te ayudarán a disfrutar y aprovechar más tu próxima visita a Rojales.

Hábitat subterráneo

Con respecto al origen histórico de las viviendas subterráneas de Rojales, es preciso señalar que la mayor parte de las cuevas y casas-cueva que conforman los barrios troglodíticos de la población de Rojales se excavan entre los siglos XVIII, XIX y primeras décadas del XX. Esta respuesta debe relacionarse, fundamentalmente, con la estructura de propiedad concentrada de la tierra heredada del Antiguo Régimen, el paulatino crecimiento demográfico y el auge de la agricultura comercial que protagonizan el siglo XVIII y, principalmente, el XIX en Rojales y su comarca.

El Ecomuseo del Hábitat Subterráneo, es un conjunto arquitectónico popular subterráneo de gran importancia etnológica y cultural. Estas cuevas están situadas en los flancos de varios cerros que delimitan al casco urbano por el sur. La entrada en vigor en 1991 del Plan de Rehabilitación de los Barrios de Cuevas, promovido por el Ayuntamiento de Rojales y el Servicio de Patrimonio Cultural, aportó un nuevo enfoque hacia la recuperación de estos barrios subterráneos reafirmando su importancia etnológica como conjunto arquitectónico popular. La reutilización de estas barriadas de cuevas se ha beneficiado con la formación de un extenso «Ecomuseo del Hábitat Subterráneo Municipal» (15 cuevas-talleres artesanales y salas de exposición) y Zoco Artesanal en las cuevas rehabilitadas y municipalizadas del Barrio del Rodeo. Núcleo atractivo de actividades formativas y participativas donde se organizan entre otras cosas: cursos, actividades extraescolares, ferias y exposiciones del mundo de las artes y oficios artesanos. También se pueden adquirir obras de arte originales y piezas artesanales.

Aljibes de Gasparito

Los Aljibes de Gasparito, construidos en 1922, son un sistema hidráulico que se abre a lo largo de todo el Cabezo del Molino, procediendo a la búsqueda del agua de lluvia mediante dos extensas acequias o canales de conducción a cielo abierto (superando el kilómetro de longitud cada una) que bordean sus laderas este y oeste. Estas dos canalizaciones, siguiendo una suave pendiente, conducen el agua hasta hacerla desembocar en dos monumentales aljibes o cisternas subterráneas excavadas en el monte. El proceso de excavación de las cisternas subterráneas se realizó según la técnica minera al uso, dirigida por un maestro barrenero.

Desde su construcción, estos aljibes se configuraron como grandes depósitos de captación y comercialización de agua de lluvia, a los que acudían los «aguadores» de varios pueblos a la redonda (Rojales, Formentera, Benijófar y San Fulgencio) a llenar sus botas, que transportaban con el carro de mulas, distribuyendo el agua a los habitantes de los pueblos mencionados.

Su reutilización está posibilitando mostrar como «Ecomuseo del Agua en el Mundo Tradicional» diferentes exposiciones que evocan y reconstruyen diversos aspectos del mundo tradicional al que pertenecen.

El molino de viento

El Molino de Viento constituye una de las construcciones más interesantes de la arquitectura preindustrial de Rojales. Está situado en una de las lomas elevadas del Parque Ladrillar para aprovechar mejor la fuerza del viento. El molino, construido en el siglo XVIII, sólo conservaba su fábrica en forma de torre, por lo que su actual restauración (1998) ha permitido restituir sus dos pisos originarios, al igual que la maquinaria y los engranajes interiores, que han sido reconstruidos según sus paralelos tradicionales.

El edificio restaurado sobrepasa la altura de 10 m., comprendiendo el cilindro de la torre y la caperuza. El interior del edificio consta de tres partes:

– La planta baja o silo; zona que servía de almacén, creándose también una cocina, y donde encontraremos los primeros peldaños de la escalera que se ciñe a la estructura circular, conduciendo a otras alturas.
– El primer piso o camareta, donde se encuentra la limpia de harina y el cedazo o cernidora.
– Y el segundo piso, donde encontramos por una parte la limpia del trigo antes de molerlo, y el resto de la maquinaria, cuya imagen se refleja en la fotografía adjunta.

No obstante, será muy curioso observar, en la visita al molino, su parte superior; en donde encontraremos todo el imponente entramado de engranajes de madera que gira con la rueda grande y al que se le denomina ingenio, el cual está cubierto con un techo cónico montado sobre la misma rueda grande y que gira sobre un carril superpuesto al muro circular del edificio. Mientras que ajustado también a la rueda está el eje del molino, que se sujeta al eje vertical por su parte superior, cerca de donde se halla la linterna o carro, y que trabaja con la rueda de engrane, recibiendo su movimiento de las aspas.

Conjunto hidráulico

El Conjunto Monumental Hidráulico Urbano de la villa presenta también una serie de monumentos de carácter histórico-artístico (tal como se entiende este concepto en la legislación vigente) representados por el Azud, Boqueras de Acequia, Noria y Puente de sillería (siglos XVI-XVIII), que constituyen un hito paisajístico y urbano de singular importancia en la comarca. Este conjunto de carácter hidráulico, situado en el centro del municipio, puede ser otro de los puntos de interés visitables en la población.

En síntesis, el Azud desarrolla una corona circular, con una longitud de 40 mts. y 10 mts. de anchura, que hace elevar el nivel de la corriente del río para desviar agua por el canal de captura de varias acequias mayores y la noria de Rojales y fue construido en el siglo XVI. Por su parte, La Noria de La Bernada se instala en el río aprovechando el azud y se fortifica o resguarda con una obra de sillería para no ser dañada por la crecida. La noria es una rueda metálica de gran tamaño que actúa como verdadero puente de nivelación entre el río y las tierras a irrigar de la margen derecha, y los primeros datos históricos sobre su existencia datan del siglo XVI. Y finalmente, el Puente de sillería, monumento cuya fábrica es de perfecta sillería, con tres ojos bajo bóvedas de arco rebajado o carpanel que se proyectan sobre magníficos pilares rematados por sombreretes piramidales, el cual fue construido en el siglo XVIII.

Contacto

Museos de Rojales
Plaza de España, s/n.
Telf.: 966 713 273
03170 ROJALES (Alicante) España.

WEB:  www.MuseosDeRojales.es
e-mail:  museos@rojales.es

(información extraída de http://museosderojales.es/)

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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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