La Pinacoteca Vaticana es el resultado de la iniciativa de Pio XI. Consideró oportuno el pontífice reunir las obras pictóricas dispersas por dependencias de la sede católica, para construir así un conjunto dotado de entidad histórica y valor pedagógico. La formación de una galería de pintura era aconsejable desde el punto de vista de la protección de las colecciones. Tal necesidad se había manifestado en periodos anteriores de la historia vaticana.

La labor de mecenazgo y coleccionismo desarrollada por los papas desde el Renacimiento enriqueció los apartamentos de los palacios con obras de caballete debidas a los mejores artistas de cada época. En la segunda mitad del siglo XVIII y singularmente bajo Clemente XIV y Pio VI, algunas de ellas eran expuestas en la Galería de los Tapices, hecho que demuestra un precoz interés museístico, paralelo al de otras cortes europeas del momento. Cuando la ocupación francesa, los comisarios napoleónicos se incautaron de un elevado número de cuadros, tanto en el Vaticano como en iglesias romanas y las legaciones pontificias de Bolonia y Ferrara, botín que fue transportado a Paris. En virtud del Tratado de Viena, firmado por las potencias aliadas en 1815, se ordenó la restitución de dichas obras, imponiendo además a su legítimo dueño, la Iglesia en la figura de Pio VII, la condición de exponerlas al público.

Antes de esa fecha, el propio pontífice había dado muestras de su determinación de proteger los bienes vaticanos ordenando la realización de un inventario y  nombrando inspector de bellas artes al escultor Cánova. Dicho personaje se ocuparía asimismo de las negociaciones con el Estado francés, misión para la que le calificaba favorablemente su prestigio como artista. Sin embargo, no hallaría facilidades para desarrollarla, puesto que si bien tres de las potencias signatarias, Austria, Prusia e Inglaterra se mostraban favorables a la devolución, Francia ponía toda clase de impedimentos invocando las clausulas del Tratado de Tolentino, firmado en 1797. Finalmente, gracias a la intervención de Metternich y la protección que le dispersaron las fuerzas austriacas pudo el escultor retirar del Museo del Louvre setenta y tres pinturas y otras obras de arte que tras un difícil viaje, llegarían a Roma a principios de enero de 1816. Un segundo cargamento arribaba por vía marítima a Civitavecchia meses más tarde.

Para satisfacer las condiciones estipuladas, los cuadros recuperados se expusieron en las estancias estipuladas, los cuadros recuperados se expusieron en las estancias de los Borgia que no ofrecían condiciones de espacio e iluminación adecuadas al propósito. Por ello en 1821 fueron transferidos a las dependencias de la época de Gregorio XIII, situadas en el tercer piso. A comienzos del pontificado de Gregorio XIV pasaron estas colecciones a la actual Galería de los Tapices y a las estancias de Pio V, acondicionamiento que tampoco era satisfactorio, lo que motivó en 1857 bajo Pio IX un nuevo traslado y reinstalación en las logias de Gregorio XIII. El público accedía a través de las Estancias decoradas por Rafael, teniendo que ascender las escaleras a tres pisos. Tales circunstancias desfavorables movieron a Pio X a trasladar las colecciones de pintura al ala de poniente del patio del Belvedere, donde en otro tiempo estuvieran los establos pontificios. Los trabajos de acondicionamiento e instalaron fueron realizados por espacio de tres años, para por fin inaugurar la pinacoteca en marzo de 1908.

El actual edificio de la Pinacoteca Vaticana presenta una fachada de ciento diez metros de longitud con dos cuerpos salientes en sus extremos y uno central coronado por un frontón en el que se abre un nicho de planta semicircular con balconada, recorrida por pilastras entre las que se alojan relieves y esculturas, sobre un basamento con alturas cuadradas. El conjunto adopta un depurado neoclasicismo. Ante él se despliegan jardines de trazado geométrico, animados de trecho en trecho por la verticalidad de las palmeras.

El museo ofrece quince salas de vista pública en las que se ha seguido un criterio de ordenación cronológico y por escuelas. La circulación del visitante se realiza a lo largo de dos ejes longitudinales paralelos, comunicados en sus extremos por las dependencias que originan en fachada los cuerpos salientes. Las salas son de planta cuadrada o rectangular, excepto la central dedicada a Rafael, de trazado octogonal y sus dimensiones varían de acuerdo con las necesidades de lo expuesto en ellas. El esquema es un tanto monótono y repetitivo, acusando unas preocupaciones planimétricas que prevalecen sobre consideraciones museísticas. Dada la fecha de construcción del edificio, no se instaló en él sistema alguno de acondicionamiento y filtraje de aire. La iluminación de las pinturas exhibidas, en número total de 463, es asimismo deficiente. Las salas ofrecen una decoración compuesta por pavimentos de mármol de traza geométrica y techos con cornisas en relieve y ornamentaciones pintadas, en las que en algunos casos se abren lucernarios con vidrieras, todo ello de un gusto discutible y pretensiones suntuarias.

La colección se inicia con una serie de primitivos en la que figuran incluso pinturas de fines del siglo XI así como un nutrido repertorio de las escuelas trecentistas toscana, sienesa y boloñesa. El arte del Cuatrocientos y del Quinientos se halla representado por numerosas e importantes obras; Benozzo Gozzoli, Fray Angélico, Gentile da Fabriano, Carlo Crivelli, Melozzo da Forli, Perugino, Rafael, Lorenzo di Credi, Leonardo da Vinci, Giovanni Bellini y Ticiano son los nombres más destacados de esta sección de la Pinacoteca. La pintura de los siglos XVII y XVIII también cuenta con un número elevado de cuadros de primera magnitud, entre ellos los debidos a artistas como Domenichino, Caravaggio, Guido Reni, Barocci o Poussin. A todo ello se añadió a partir de 1956 una sección de arte contemporáneo en las que figuran obras de Rodin, Roualt, Utrillo y los italianos Mancini, De Chirico y Morandi entre otros.

 

(Información extraída de La pintura en los grandes museos / texto, Luis Monreal, 1976- )

 

Pinacoteca vaticana
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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