El cervantismo nacido gracias a los méritos del Quijote llegó a constituir una especie de género exegético en el que han intervenido toda clase de escritores, eruditos y aficionados. Lope de Vega, en una carta dirigida a un personaje desconocido y fechada el 4 de agosto de 1604 hace la primera mención crítica del Quijote, francamente adversa. En el siglo XVIII, el cervantismo adquiere un tono erudito y crítico y en 1737 aparece la primera biografía considerable del autor del Quijote por Gregorio Mayans y Siscar.
En la época romántica, el cervantismo adopta actitudes nuevas, afectivas y más profundas. A partir de 1833, se publicó en Madrid la gran edición del Quijote con notas de Diego Clemencín, seis tomos, en muchos aspectos todavía no superada y en 1864 se publicó un inteligente estudio de Juan Valera.
El tercer centenario de la publicación del Quijote (1905) produjo muchos libros y estudios, entre los que destacan el de Menéndez Pelayo, El Quijote y la cultura literaria de Miguel de Cervantes, en cierto modo la piedra angular del cervantismo y el libro más original y bello que se ha escrito en torno al Quijote: La vida de Don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno.
En 1914 se publicación las Meditaciones del Quijote de Ortega y Gasset y a partir de 1916 las ediciones anotadas por Francisco Rodríguez Marín, culminación de todos los comentarios anteriores. El libro de Américo Castro El pensamiento de Cervantes (1925) es el más ambicioso y profundo trabajo de investigación.
Helmut Hatzfeld en El Quijote como obra de arte del lenguaje (1927) aplicaba los nuevos criterios de la estilística a la máxima obra de la literatura española y Amado Alonso, Dámaso Alonso, Leo Spitzer, Joaquín Casalduero, Luis Rosales y E.C. Riley han hecho importantes estudios sobre su estilo y esencia.
El cervantismo y la bibliografía cervantina pueden seguirse regularmente en la revista Anales cervantinos que desde 1951 publica el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.