Antonio Revert Lázaro nacido en Granada (aunque se crió en Alicante), reside actualmente en Santa Cruz de Tenerife. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, con especialidad jurídico-empresarial CEU-San Pablo. Pertenece al cuerpo superior jurídico del Estado de Letrados de la Administración de Justicia (anteriormente llamados “secretarios judiciales”), al que accedió como número uno de su promoción del turno de oposición libre entre licenciados en Derecho de toda España. Fue condecorado con la cruz distinguida de San Raimundo de Peñafort por el ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar en el año 2004.

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Ha publicado hasta el momento los poemarios «Diego contra la oscuridad” (editado por factoriadelarte), «Mobiliario básico» y «Rutina de volar» (ambos editados por Ediciones En Huida, en 2018 y 2019, respectivamente) y “El gol de Iniesta y otros éxitos radiofónicos” (editorial Versátiles, 2021). Poemas suyos están incluidos en las antologías Y así sería para siempre (editado por la Escuela Canaria de Creación literaria), Contra: poesía ante la represión (Coordinadora Anti Represión de la Región de Murcia), Voces del Extremo (Antología 2012/2016), de editorial Amargord, El abrazo del Nogal de Daimuz (Trilogía-Homenaje a Fdco. García Lorca, Juglar-Edic.), Marcos-Ana, Revolución (editorial Alianza Iberoamericana), Naturaleza poética, antología de ecopoesía y poemas de naturaleza (editado por La Imprenta), etc.

Es coordinador del encuentro de poesía de la conciencia crítica Voces del extremo en su edición de Tenerife, junto a José María García Linares y Ernesto Suárez.

Profesor titulado de piano (grado medio) por el Conservatorio Superior de Música de Alicante, ha formado parte de varias bandas de rock en Tenerife, como teclista.

¿Quién es Antonio Revert Lázaro y qué sueños tiene a corto plazo? Buenas preguntas… En cuanto a la primera, soy alguien que intenta caminar por la vida haciéndose cada vez más consciente de sus irracionalidades…, de esos mecanismos aprehendidos de forma inconsciente que nos impiden vivir plenamente. Sin más, alguien que está en ese camino para acercarse lo máximo posible al ser luminoso llamado a ser, que todos/as estamos llamados/as a ser. Inmerso en el gran viaje vital de volver al origen, al ser puro que hay en cada uno de nosotros, para desde ahí ser capaz de amar. Parece una respuesta rimbombante, pero es que la pregunta se las trae… Y en cuanto a la segunda, en lo que se refiere a mí, nunca supe qué contestar. Si ya era difícil de joven esa cuestión, aún más lo es ahora: no pido nada a la vida, tengo más de lo que nunca imaginé, una vida en familia, un techo, comida y todas las comodidades propias de esta parte del mundo… ya tengo más de lo que me corresponde, siendo un ser humano más. Por supuesto que si hablamos de sueños a corto, medio y largo plazo para este mundo, es que se convierta en un lugar de entendimiento y encuentro, de cooperación y no de competitividad, con un reparto equitativo de los recursos entre todos todos los seres que la pueblan, y sin lugar para la explotación de ningún ser sintiente (por supuesto que incluyo a los animales, aprovecho la ocasión para arrimar el ascua a mi sardina, el veganismo…  sueño con una sociedad avanzada que despierte y deje de matarlos, de comérselos a ellos o a sus productos, de usarlos como objetos, de encerrarlos en jaulas o en piscinas, es que ser vegano no es seguir una dieta, es un posicionamiento integrall en el mundo…) En fin, casi nada…

«Si no hay igualdad, no puede haber libertad»

¿Ha conseguido alguno de ellos? Nunca tuve grandes sueños, o no los recuerdo. Ninguno se puede comparar con la vida que tengo, me considero muy afortunado, insisto. Sí que es cierto que tuve ilusiones como publicar un libro de poesía o tener una banda de rock. Cuando uno llega a una edad, ve que son cosas sin importancia, no cambio eso por ver una película en casa en familia, de verdad. Pero en todo caso sí que son dos cosas que cumplí y que me produjeron una satisfacción enorme.

¿En qué momento surge la idea de escribir El gol de Iniesta y qué es lo que ha querido transmitir con ella?  En mi caso no surge la idea de escribir un libro. Uno no deja nunca de escribir poemas. Es solo que, pasado un tiempo, encuentras una cierta homogeneidad entre lo que ha escrito, una idea que subyace, un lugar común desde el que están escritos unos poemas; y entonces crees que ese conjunto de poemas puede constituir un libro bajo ese sustrato, reuniendo todo ese material en torno a una idea, después de quitar muchísimo que no sirve. Porque desde luego, sí que hay un trabajo brutal, hermosísimo, pero brutal: trabajar los poemas. Y no sé qué responder a la pregunta de qué he querido transmitir. No estoy en absoluto legitimado para dar lecciones de nada, ni para transmitir ningún mensaje que yo pudiera estimar relevante, no pretendo adoctrinar ni caer en moralinas. Por intentar responder, los poemas sí que surgen desde una profunda crítica a una sociedad alienada,  en la que el ciudadano se ha convertido en simple consumidor, y en la que la libertad es ya una simple libertad de consumo (en realidad muy limitada, siempre digo que es básicamente la posibilidad de elegir entre 300 tipos de zapatillas de deporte y poco más). Desde esa posición crítica y desde lo que muchos/as entendemos que debe ser un poema, sí que ojalá los poemas logren no dejar indiferente, que tengan pegada y sacudan mínimamente. No habría mayor éxito para mí, a mi solo me interesó la poesía capaz de perturbar, de golpear. Si no sacude, si no perturba, la poesía para mí no tiene sentido, está muerta. Yo lo que garantizo siempre es que me tiro a la piscina a intentarlo.

¿Qué ha querido reflejar con este libro?¿Podría decirse que ha sido una crítica a la política que se sucedía en el año en que España ganó el mundial con el gol de Iniesta? Refiriéndome, como comenté antes, no tanto a qué he podido querer reflejar como al lugar desde dónde hablo en esos poemas, desde luego en los versos de “El gol de Iniesta” está presente una profundo descontento con este tipo de sociedad que hemos creado. Desde elementos comunes, los versos buscan el camino para llegar a poner el foco en una sociedad aletargada, en la que todo es mercado, en la que todo es un objeto que se puede comprar y vender (desde los cuerpos de las mujeres hasta los animales), en la que se han disuelto los vínculos de solidaridad entre iguales de siglos pasados para que conceptos de como “conciencia de clase” sean ya casi una simple broma, en la que el afán de crecimiento económico de unos pocos nos acerca al momento del final físico de este planeta mientras la desigualdad crece y crece… Por lo que se refiere a la segunda pregunta, debo decir que yo vi la final del mundial de Sudáfrica y canté el gol de Iniesta; que fui futbolero (aunque ya no sigo el fútbol) y que con mi hijo (de 13 años) seguí la última Eurocopa última, me hacía ilusión ver los partidos a su lado. Ahora bien: desde el absoluto respeto que me merece cualquier persona que siga ese deporte (como lo seguía yo) ese gol lo he tomado como símbolo de las estrategias de distracción de las que somos víctimas. En plena crisis económica, en mitad de una época de auténtica fractura social, cuando más gente se vio en las calles fue cuando había que celebrar que habíamos ganado un Mundial de fútbol. Y repito: una cosa es que cada cual tiene derecho a disfrutar de su tiempo cómo le dé le gana, a emocionarse con un gol, con su equipo de fútbol ¡Faltaría más! ¡Quién soy yo!, y otra muy distinta es reflexionar sobre el tipo de mundo que hemos construido para nuestros hijos/as. Un mundo en el que se ha aislado la posibilidad del pensamiento crítico (es más, el propio sistema se ha apropiado con una sonrisa en la boca hasta de los mecanismos de antagonismo al discurso neoliberal impuesto), en el que a cualquier persona que se posiciona frente al discurso neoliberal hegemónico se le tacha de “radical”, en el que se impone la cultura del entretenimiento (el “pan y circo” de siempre…) Este panorama merece una reflexión; una reflexión que ya han hecho muchos/as, no es nada nuevo que esté descubriendo yo. Por terminar con lo del fútbol, para mí no deja de ser sorprendente que un estadio sea aún un espacio de impunidad (aunque van cambiando las cosas, poco a poco): en el que (yo he estado, sé de lo que hablo) se pueden proferir expresiones machistas, homófobas, racistas, etc. con absoluta normalidad. Expresiones que no te atreves a compartir en público por la calle, pero sí en un campo de fútbol.

¿Quiere con este poemario crear una conciencia crítica frente a la sociedad de hoy día?  No podría pretender jamás algo tan enorme. A esta pregunta me gusta siempre contestar con lo que decía Alberto García-Teresa en un artículo publicado en la revista Viento Sur, porque mejor no se puede explicar: “la poesía por sí solos no van a cambiar el mundo, aunque sí a los individuos que son quienes tienen la capacidad, la fuerza y la potencia para ello”, porque lo que sí puede es “contribuir a generar la transformación interior necesaria para que sea efectiva y real la revolución social: puede producir cuestionamiento, desestabilizar certezas para generar pensamiento crítico autónomo…”

¿Cómo ha estructurado el poemario?¿hay alguna de las secciones en la que se haya sentido más agusto escribiéndolo? El poemario está estructurado en cinco partes, que tienen que ver con cinco emisoras de radio: Radio Clásica (“De cuando leí a Eckhart Tolle”), Radio 3 (“Objetos perdidos”), Los 40 Principales (“Ensalada tibia de centrismo sobre lecho de clase obrera”), M80 (“Niños y niñas, señoras y señores”) y la última, que se titula “Insularidades, tres folias últimas de la radio local”). Como no fui escribiendo un libro con la sistemática de quien escribe una novela, sino que los poemas han sido escritos en distintos momentos de los últimos tres años, no hay una sección favorita. Si tengo cierta predilección por algún poema, eso sí, claro.

¿Qué es para ti la poesía y qué es lo que significa para ti? La poesía es un género literario que a mí me ha proporcionado y me proporciona momentos de verdadero placer, es el lugar al que más lejos ha llegado la palabra como instrumento de expresión y también de comunicación entre seres humanos; cuando es “verdad”, penetra en lo más profundo del ser humano. Y partiendo de que todo acto humano es político (por más que esté tan de modo hablar del fenómeno inexistente de lo apolítico) participa de la posibilidad de transgresión y cuestionamiento del orden establecido que ha residido siempre en toda manifestación artística. Y esto para mí es importantísimo; los que escribimos desde aquí por supuesto que somos perfectamente conscientes de que lo que se lleva es una especie de librepensamiento que no es tal y que posicionarse ante determinadas injusticias se tacha de “panfletario”. Evidentemente, es algo que nos da igual: tenemos claro que todo el mundo se está posicionando. Lo mismo nosotros/as, que quien dice estar en un supuesto centro que no existe, en una especie de librepensamiento que tampoco existe porque nadie es libre cuando opina (todos aspiramos a ello, eso por supuesto). Y también se posiciona el poeta, la poeta. Otra cosa es que sea de manera inconsciente. Por acción o por omisión, o se le está haciendo el juego al sistema liberal o se está uno colocando enfrente, contra él: pero todos/as nos estamos posicionando al escribir. El éxito de mis poemas es algo absolutamente irrelevante: la liberación de los animales encerrados en zoológicos, o acuchillados en granjas, por ejemplo, sí que es algo importantísimo para muchos/as de nosotros.

¿Cree que la sociedad de hoy en día ha perdido muchos valores y se deja llevar por las banalidades y el ruido de la comunicación televisiva? Creo (como tantas otras personas, vamos) que hemos fracasado como especie, o más bien, circunscribiéndonos a esta parte del mundo en la que nos ha tocado vivir, como civilización. Una sociedad en la que la empatía por el sufrimiento ajeno es mínima, que camina anestesiada, distraída, sacralizando el individualismo (que es una actualización de aquello de “sálvese quien pueda”) hacia el precipicio del límite físico del planeta, en la que los ricos son escandalosamente ricos y no hay salida para los millones de seres humanos más pobres, es un fracaso. La televisión es un elemento aglutinador más del paquetito. No debería ser algo malo, la televisión; no tiene por qué serlo, pero contribuye directamente al letargo perpetuo del ciudadano occidental que camina como un autómata ajeno al sufrimiento ajeno, que perpetúa los valores del mercado como sagrados, que ayuda a consolidar la mentira de que se es más feliz teniendo más cosas, la de que si te esfuerzas puedes conseguir lo que quieras (obviando las diferencias del punto de partida de las personas, como si no importasen las circunstancias socioeconómicas de las que parte cada individuo ¿cómo nos pueden haber colado esto?), etc.

Hay poemas en los que he observado que cada línea es un verbo relacionado con una acción…¿ha querido reflejar la rapidez de la vida en que vivimos? Creo que habla del primer poema de la tercera parte y sí, hay una intención en “apilar” un montón de verbos… La rapidez es otro elemento característico, claro, de estos tiempos. Es lo contrario a la posibilidad del silencio, desde el que uno/a pueda plantearse qué tipo de vida lleva, si merece ser vivida una vida de competitividad basada en el consumo y en el entretenimiento, si hay alternativas al liberalismo económico. Es que ese silencio podría ser como apretar el botón de stop y alzar la vista para también empezar a escucharnos, a mirarnos a los ojos. Durante milenios se vivió de otra manera. La locura de horarios, prisas y servidumbres como las deudas o los trabajos, es propia de una parte de la historia de la Humanidad que es muy pequeña, en relación con el todo. Asumimos como normal pasarnos el día fuera de casa produciendo, rindiendo, con los niños/as hasta que anochece metidos en aulas, y encontrarnos los padres y madres solo un rato al final del día para poder estar juntos, porque es ése el único espacio que nos queda libre. Esa locura no tiene por qué ser normal. Y no es casual, ese ritmo trepidante. Si paramos, empezamos a pensar, y eso puede ser el principio del fin de este orden de cosas. En todo caso, esto es algo que sobre lo que se ha escrito ya muchísimo, vamos.

Su poemario, ¿es un alegato a la libertad y/o una crítica social/política? Cada lector/a lo valorará del modo que quiera. Yo no quiero que sea nada y mucho menos que sea una sola cosa, tener que elegir entre esas dos opciones, como si fueran excluyentes. La palabra “libertad”, ya que la cita, sí que opino que hay que rescatarla. Y por esa idea transitan muchos de mis poemas. La han manoseado dirigentes como Trump o Ayuso, obviando que el presupuesto de la libertad, es la igualdad. Si no hay igualdad, no puede haber libertad. Si uno/a tiene que seguir yendo obligatoriamente a trabajar todos los días por un sueldo de miseria, pagar sí o sí una hipoteca, estirar el sueldo como puede para “ir tirando”, descansar solo un poco el sábado y aguantar otra mil esclavitudes, no puede afirmar que es libre; al ser humano que vive en la precariedad, en la obligatoria necesidad de producir para comer, no le puedes indicar que es libre porque se puede tomar un caña. Es tristísimo a qué ha quedado reducida una palabra tan bella. La libertad era otra cosa.

¿Cuánto de Usted hay en el poemario y qué tipo de valores ha querido que se reflejaran al publicar El gol de Iniesta…”? Por supuesto que en cualquier obra literaria está el autor. Lo que intento es ser honesto, que el poema sea “verdad” (esto es lo más importante para mí en la poesía, uno ha leído ya de todo). “Verdad” en el sentido de no trampear, de no fingir, no en el de que la verdad tenga que ser “mi verdad”, por supuesto que no lo es. Comparto mi mirada a este mundo tratando de dejar espacio al lector para que, en su caso, pueda hacer el poema suyo, no invadir su espacio más allá de lo que a veces parece inevitable. Yo solo intento pegar la “sacudida” con el poema. El camino lo hace si quiere el lector, o la lectora. Es tremendamente satisfactorio que alguien, a pesar de estar en las antípodas de mi posicionamiento político, me escriba para comentarme que mis poemas no le dejaron indiferente, que le hicieron pensar. Y me sucede con cierta frecuencia. Para mí no puede haber mayor “éxito” cuando escribes un poema. Y sobre la segunda pregunta no diría que intento transmitir valores, sino compartir mi visión crítica, lanzar los poemas como un grito de inconformismo, por quienes no pueden gritar o por los animales, por ejemplo, que no tienen más voz que la nuestra.

No podía dejar de lado la crítica a la educación, ¿en qué poemas se refleja este asunto y qué es lo que le «molesta» del sistema? Pues es otra reflexión muy repetida en estos tiempos: sufrimos un tipo de educación a la medida de un sistema neoliberal. Una educación en la que desde el principio se trata de inocular en nuestros hijos/as la idea de competir, el individualismo, la falsa idea de que el éxito consiste en llegar más arriba que el de al lado para así tener más dinero con el que comprar más cosas. A costa de lo que sea y por supuesto bajo el falso mantra de que si fracasas será culpa tuya por no haberte esforzado lo suficiente. Se les educa en la obediencia ciega, desterrando de los currículos asignaturas como la filosofía. Una educación en la que ya las grandes empresas han metido sus zarpas y participan en el diseño de los contenidos de las carreras universitarias: la universidad no ya como un lugar en el que ampliar la visión del mundo y fomentar la crítica, sino en el que competir y prepararse para competir más al salir. Un sitio destinado no a adquirir conocimiento, sino a aprender las habilidades que exige el mercado y las grandes empresas. Lo dicho, a medida de un sistema neoliberal, no podemos esperar otra cosa. Por otro lado, quién nos iba a decir que en el siglo XXI estamos volviendo a la situación de hace décadas en las que tener mayor formación depende de tener más dinero para gastarlo en másteres, etc. Todo es mercado; la educación también, por supuesto.

¿Podria compartir con los lectores de Alquibla alguno de sus poemas? Bueno, pues voy a compartir el que da título al libro.

EL GOL DE INIESTA

Miles de obreros

almorzamos gol de Iniesta

en la pausa del trabajo

durante meses, quizá años.

Nuestros padres comían

goles de Zarra y Marcelino

dejando la azada por un rato.

Jóvenes peones, más tarde,

guardaron en papel de aluminio

goles de Messi y de Cristiano.

Y en el césped crecerá más trigo.

Y botas fabricadas en Tailandia

serán molinos siempre, triturando el grano.

Y gritos como aspersores –siempre–

y saliva fertilizando el córner.

Y saber que nunca

se ha de acabar este partido,

aunque ya hayamos sido derrotados:

el despertador a las siete, cada día,

cantará para que no lo olvides.

            Hay panes que no caducan nunca.

            Lo saben quienes nos observan

            desde arriba,

            gin-tonic y palco en el Bernabéu.

            Siestas perennes,

            revolución insomne;

            tiernas maletas en el aeropuerto.

Leyendo el prólogo, me llega que la preocupación en sus letras (corríjame si me equivoco) por el futuro de la sociedad con la que se encuentra su hijo, desarmada…  Claro que mi principal preocupación es la generación que viene. Siempre repito que la nuestra, nuestra generación, más o menos escapará ya como pueda; a nuestra edad ya más o menos escapamos. Que haya por primera vez millones de trabajadores/as pobres, algo impensable hace solo unas décadas, es para llorar. Tengo la mirada puesta en mi hijo, en quienes vienen detrás: les robamos el futuro, permitiendo el retroceso social, la privatización de tantos servicios públicos, la precarización del empleo, la criminalización de la protesta y de la disidencia, el desastre ecológico… Me siento culpable, sí.

No podía dejar de ser menos la referencia a su tierra de adopción y mención especial a José María García Linares que ha realizado el prólogo. En cuanto a Tenerife, no creo que haya otro lugar mejor para vivir, aunque no lo elegí: la vida me trajo hasta aquí. No obstante, con los años cada vez me gusta ir con más frecuencia a ver a la familia de origen, que está en Alicante. La pandemia me ha hecho sentir en algún momento verdaderamente atrapado: con un coche puedes recorrer miles de kilómetros para ver a tus padres, pero aquí no hay otra forma de salir que en transporte público. En algún momento de estos casi dos años, ha sido duro estar aquí y contemplar a miles de kilómetros la vulnerabilidad de mis padres.

Jose María García Linares no solo es un poeta al que admiro, sino la persona que más sabe de Literatura de las que yo conozco. Que además sea amigo mío es un regalo que no esperaba cuando empecé a publicar. Para alguien que procede de lo jurídico ha sido una suerte gigantesca que se cruzasen nuestros caminos. La guinda es el prólogo tan impresionante que ha hecho para “El gol de Iniesta”.

¿Ha tenido algún maestr@ en cuanto a escritor se refiere? Esta pregunta también es difícil de contestar, porque además es imposible no dejarte a alguien. Si acaso comentaré que para escribir, para amar la Literatura, quien fue absolutamente crucial en mi caso fue Gabriel García Márquez; casi enloquecí leyendo toda su obra, lo he dicho muchas veces. En cuanto a la poesía, tampoco haré alusión a maestros, me limitaré a destacar como el hallazgo de juventud más decisivo a Ángel González, además de los considerados universalmente imprescindibles que todos/as hemos de leer y que es imposible relacionar aquí. El otro momento importantísimo a título personal en mi escritura fue cuando vine a dar con el universo de Voces del Extremo, ese foro de poesía de conciencia crítica y a poetas vinculados en mayor o menor medida a él, como Antonio Orihuela, Jorge Riechmann, Ana Pérez Cañamares o Begoña Abad (no los meto a todos/as en el “saco” de Voces, digo que desde Voces conocí a muchísimos/as poetas fascinantes como los nombrados, aunque no estén incluidos en esa corriente). Citaría a muchísimos/as más, pero no quiero dejarme a nadie.

¿Cómo le gustaría que se le recordara? Qué bueno son los años para contestar a este tipo de preguntas… jaja. Entiendo que permaneceré en la memoria de mi hijo y de las personas más cercanas. Mi pareja y él son el centro de mi vida. Siempre digo la misma tontería: que me gustaría que él me recordase haciendo potajes. Que cuando estaba en el sofá descansando, se giraba hacia atrás y yo estaba allí preparando la comida: que mi hijo queme mis libros de poesía, que no recuerde ningún poema mío, pero que le acompañe siempre la sensación de que yo siempre estuve junto a él. Imperfecto, metiendo la pata como todos los padres, aterrado a veces ante el reto de estar a la altura de su pureza… pero siempre a su lado.

Antonio Revert Lázaro y escritor de El gol de Iniesta
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Editado en Alicante por Eva María Galán Sempere
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